jueves, julio 27, 2006

Caray con Don Ferebundo

Ya sé que siempre estoy dando el coñazo, en estas entradas, con el asunto de que hay que hacer un esfuerzo por entender que en el pasado no se vivía como ahora. Y ya sé, también, que este blog se llama Historias de España y que lo que voy a contar ahora no es algo que tenga que ver con España. No directamente, aunque nadie me negará que somos uno de esos países que nos pirramos por los blasones, los escudos y la heráldica en general.

Lo de tener en cuenta las distintas formas de vida tiene que ver con el hecho de que la heráldica, o sea la interpretación de los colores, elementos y formas que se ven en los escudos heráldicos, hoy nos parece, quizá, una disciplina ajada y propia de snobs. O sea, muy snobs. Pero la heráldica ha tenido su importancia, porque, aunque ahora no nos demos cuenta, fue en su día el carné de identidad de las clases altas.

En la Edad Media, la inmensa mayoría de las personas era analfabeta. Además, ya sé que cuesta creerlo, pero no había cine, ni televisión, ni periódicos. Así pues, todo el mundo hablaba, un suponer, de Ricardo Corazón de León. Pero, ¿cuántos de los que lo conocían podían decir cómo era? ¿Cuántos lo reconocerían si se lo encontrasen?

Para evitarles a los monarcas y asimilados estos sofocones de que la gente no los reconociese, iban convenientemente enjaezados (en esto, el mundo no ha cambiado: reconocemos al banquero porque lleva puesto encima un traje de 1.000 euros) y, no pocas veces, llevaban heraldos que les anunciaban. Una historia no sé si completamente real (aunque hay que reconocer que lo parece) dice que cuando Catalina, hija de los Reyes Católicos, fue a Londres a casar con el rey inglés, llegó con algún retraso. Arturo, un poco mosqueado, hizo salir de palacio a unos emisarios para ver si la encontraban. A las afueras de Londres, estos emisarios se encontraron, efectivamente, con los heraldos españoles, que galopaban gritano: «¡La Infanta de Castilla! ¡La Infanta de Castilla!». Ingleses que eran, apenas lograron entender que aquellos dos tipos decían algo de un elephant (elefante) y un castle (castillo).

El paraje donde esto ocurrió es una plaza de Londres que hoy se llama Elephant & Castle.

Bueno. Aparte de esta anécdota, lo cierto es que el gran sistema de comunicación para decir lo que uno era o de dónde venía, era la heráldica. Sabiendo un poco de la cosa, se podía averiguar mucho del tipo ése que entraba en el pueblo, a caballo, completamente oculto por la armadura. Porque, básicamente, el escudo heráldico estaba formado por el diseño propio del lugar de donde procedía la familia de su poseedor, con una serie de adiciones que se iban haciendo conforme las familias crecían y se diversificaban.

Hoy en día, quien tiene un escudo heráldico, normalmente, lo conserva y lo enseña con orgullo. Lo cual siempre le hace quedar bien. Pero eso, por lo que leo, puede ser porque los referentes icónicos de algunos símbolos usados en los escudos se han perdido.

Esto que cito lo he leído en un excelente libro de Ariel Historia: La caballería, de Maurice Keen:

«(...) el blasón podía tener un significado más oscuro y simbólico (...) Así, Upton revela el secreto de las tres perdices que el conde de Salisbury dio a "un cierto caballero" (es discreto el no nombrarlo) después de haber sido ennoblecido por su valor en campaña. Salisbury o su consejero (casi ciertamente el mismo Upton) habían escogido del Bestiario la historia de la perdiz, que era un ave de hábitos sexuales aberrantes y aborrecibles, pues el macho montaba al macho, de donde "llevar perdices en las armas acusa al primer portador de ser un gran mentiroso o un sodomita"». Acusación, añado yo, que hoy puede tener poca importancia (me refiero a lo de sodomita, claro). Pero en el siglo XII...

Así que ya sabeis. Si algún día vuestro primo lejano, o vuestro amigo cercano, os enseña con orgullo el blasón familiar, ganado por el ilustre antepasado Don Ferebundo de Guzmán en la batalla de las Tres Colinas, y veis una o varias perdices, pensad para vosotros: caray con Don Ferebundo...

1 comentario:

  1. Anónimo9:38 a.m.

    La historia del "Elephant and Castle" es reconocidamente falsa.

    http://www.worldwidewords.org/qa/qa-ele1.htm

    "The castle here is actually a howdah on the back of the elephant, in India a seat traditionally used by hunters. The public house called the Elephant and Castle was converted about 1760 from a smithy that had had the same name and sign. This had connections with the Cutlers’ Company, a London craft guild founded in the 13th century which represented workers who made knives, scissors, surgical instruments and the like. The guild used the same emblem. The link here is the Indian elephant ivory used for knife handles, in which the Cutlers’ Company dealt."

    En otras palabras, es un elefante con un howdah, porque el pub ocupó el local de un herrero que tenía el emblema del gremio de cuchilleros: un elefante, por el marfil de los mangos.

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