viernes, marzo 30, 2007

Libros de Historia

Pedro Liarte nos escribe preguntándonos si podemos recomendar algún libro de Historia Contemporánea de España. No he acordado este post con Inasequible, así que lo que viene detrás son apreciaciones meramente mías.

Quiero dejar clara una cosa por adelantado. Mi visión de la historiografía está muy lejos de ser la misma que tengo de cualquier ciencia. En el caso de la literatura científica, supongo que no tiene mucho sentido tratar de aprender física leyendo libros de física de hace cien años, porque el científico es un conocimiento sedimentario; uno se apoya sobre otro y, apoyándose, lo supera.

Hay muchas personas, y yo he sido una de ellas durante mucho tiempo, que piensan que con la Historia pasa lo mismo. Y, en parte, es así. Por ejemplo: en tiempos de Howard Carter (el descubridor de la tumba de ese faraón de medio pelo llamado Tuthank Amon), para conocer la distribución de una tumba real egipcia no había más huevos que abrirle los sellos y entrar en ella. Sin embargo, si hoy se descubriese una tumba faraónica intacta, esto no sería estrictamente necesario. Dependiendo de cómo estuviese hecha la tumba, se podrían introducir microcámaras, usar rayos x o historias de ésas, lo que permitiría observar un entorno funerario con escasa o inexistente contaminación de modernidad. Incluso podría estudiarse la tumba sin abrirla jamás. Con las mismas, hoy se podría, cuando menos en teoría, fijar el origen genealógico de una momia mediante análisis de ADN que ayer por la tarde no existían.

Hay porciones de la Historia, por lo tanto, que ganan con el tiempo. Porciones de la Historia en las que tiene su sentido decir: si el libro 1 es del 2006 y el libro 2 es del 2005, entonces el libro 1 tiende a ser mejor que el 2. Pero no es el caso de aquello por lo que nos pregunta Pedro, es decir la Historia moderna.

Hay elementos de la Historia moderna sobre los que disponemos de un caudal de documentación tan enorme que los estudios que se han hecho sobre ellos pocos años después de producidos los hechos no adolecen en modo alguno de incompletitud. O sea: si un hipotético historiador hubiese querido hacer un estudio sistemático de la Inquisición Española en, digamos, 1670, no habría tenido acceso a la documentación que pudo tener un Henry Kamen para escribir su libro, porque en aquel entonces la Inquisición todavía tenía poder para ocultar sus procesos. Sin embargo, las personas que escribieron sobre la Alemania de Hitler en los años cincuenta y sesenta, apenas diez o quince años después de producidos los hechos disponían, por mor de los procesos de Nuremberg y otras iniciativas, de un caudal de documentación muy parecido al que tenemos hoy en día.

Por esto, honradamente le recomiendo a una persona que se quiera acercar a la lectura de aspectos de la Historia, en este caso, de España, que no olvide a los clásicos. Porque son clásicos por algo y porque los estudios modernos, no por modernos son mejores.

Hecha esta digresión, voy con dos o tres recomendaciones.

Personalmente, creo que para alguien que esté dispuesto a leerse varios cientos de páginas que le barnicen su conocimiento sobre la Historia reciente de España debe leer el libro de Raymond Carr, España 1808-1975, editado por Ariel. Es un libro denso y bastante largo, pero el lector puede saltarse partes. Ya que Carr trata de hacer una descripción total de la Historia de España, toca todas las teclas, es decir los hechos políticos, los económicos, los sociales, o los culturales. El lector puede, por lo tanto, saltarse aquellas partes que, por alguna razón, no le interesen. Es un excelente libro de lectura y, posteriormente a ésta, se vuelve a él muchas veces para consultar detalles.

De los historiadores españoles mi preferido es Jaume Vicens Vives. Aparte de la larga escuela de historiografía que creó (en buena parte nucleada en la editorial que lleva sus apellidos), su Aproximación a la Historia de España me parece un libro de lectura muy interesante y fresca, aunque ya tenga 55 años. El punto de vista de Vicens fue una Historia muy ligada a los hechos económicos y sociales.

¿Que si he leído libros sobre la guerra civil? Sí, los he leído. Pero considero que el buen libro, completo y equilibrado, sobre la guerra, aún no se ha escrito. El libro de Hugh Thomas fue un loable intento, y es lectura recomendable porque su autor, además, sabe escribir con agilidad. No obstante, la mayoría de los libros descriptivos de la guerra suelen responder a una estudiada selección de fuentes. Dado que sobre la guerra se ha publicado tanto, es perfectamente posible escribir un libro sobre la guerra civil que lleve un apéndice bibliográfico de cien o doscientas referencias, y no moverse ni un ápice de un punto de vista concreto, sea éste profranquista, marxista, ácrata o mediopensionista. Y es lo que hace buena parte de los autores que he leído.

Quizá, a quien quiera empezar, le recomendaría que se hiciese con las memorias de Julián Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles. Yo tengo la edición hecha en París en 1940 pero, según el ISBN, está editada por Tusquets en el 2001. Todo el mundo o casi todo el mundo está de acuerdo en que son unas memorias muy equilibradas, y además os servirán para tener una pintura general de la guerra civil.

Sobre aspectos concretos de la Historia moderna de España hay libros interesantísimos. Sobre Falange, por ejemplo, hay un libro de Sheelagh Elwood, Prietas las filas (Grijalbo), que a mí me parece muy interesante; en los últimos tiempos un historiador catalán, Joan María Thomas, está haciendo aportaciones también muy valiosas. En el otro lado del espectro, sobre el comunismo hay un libro muy interesante, Grandeza y miseria del Partido Comunista de España, obra de Gregorio Morán, pero por delante os digo que es un libro bastante raro y difícil de conseguir. Los admiradores de Riego no debéis perderos los trabajos de Alberto Gil Novales sobre el trienio liberal, es decir el comienzo de la lucha interna en España por la democracia. Otro historiador interesante es Carlos Seco Serrano, especialmente los libros escritos, alguno de ellos en colaboración con Javier Tusell, sobre el reinado de Alfonso XIII (o sea, la fase final de la Restauración).

Con la II República española pasa un poco como con la guerra civil. Como dice precisamente Seco en su introducción a un librazo de Tusell (Las elecciones del Frente Popular, editada por Cuadernos para el Diálogo; una obra fundamental para la sociología de la República), la República es un hecho histórico en que las dos posiciones del historiador molestan. Si vivió aquellos años, malo; si no los vivió, también malo. En el primero de los casos, el historiador tiende a tener visiones muy parciales y partidistas; en el segundo, el historiador, en la medida que se deja influir por ese sectarismo de base, tiende a tener visiones completamente distorsionadas. Honradamente, creo que con los tiempos republicanos no hay más narices que leerse trabajos históricos con mucho sentido crítico, pero combinarlos con la lectura de testimonios directos, procurando, en todo caso, equilibrarlos. Aquí falta, también la realización de una obra comprensible y comprensiva que, a mi modo de ver, debería partir de la base metodológica de plantear el proceso que trae el franquismo como un proceso iniciado, como muy tarde, en 1909. La literatura más moderna sobre la república, basada en el moísmo (libros pro-Moa y libros anti-Moa), a mí me sirve de más bien poco.

7 comentarios:

  1. Anónimo3:20 p.m.

    Pío Moa, Cesar Vidal, Antonio Lugano, Ricardo de la Cierva, Ismael Medina

    ResponderBorrar
  2. Anónimo3:20 p.m.

    Eduardo Barreiros gallego universal

    ResponderBorrar
  3. Sobre el bando republicano en la Guerra Civil, recomiendo con mucho entusiasmo el libro de Burnett Bolloten. Era corresponsal de un periódico americano en Valecia cuando estalló la guerra (apenas tenía 20 años o así por entonces) y dedicó el resto de su vida a investigar la guerra. Reunió decenas de miles de documentos, cartas, entrevistas con protagonistas de la guerra realizadas por él mismo y tardó como 30 años en terminar el libro. Donó toda su documentación a la Universidad de Stanford, donde se conserva con el nombre de colección Bolloten.

    ResponderBorrar
  4. Corrijo, era corresponsal de United Press, no de un periódico.
    Por si los tiquismiquis.

    ResponderBorrar
  5. Uff... Perdonad que en vez de recomendar, ruego encarecidamente que no leais "mitos de la guerra civil española", de Pio Moa. Es mucho más instructivo Hugh Thomas, e incluso Pons Prades.

    Un saludo

    ResponderBorrar
  6. Me cuesta entender como puede alguien "rogarte" que no leas un libro.
    Si no te convence, no lo menciones o refútalo con argumentos.

    ResponderBorrar
  7. Anónimo5:03 p.m.

    Yo no creo en la historiografía española, sesgada y normalmente muy aburrida. Lo que recomendaría son los libros testimoniales como los que publica últimamente Espuela de Plata: el de Antonio Bahamonde sobre los horrores de la Sevilla de Queipo de Llano; el de Clara Campoamor, el de Bruno Alonso, el de Peter Carroll sobre la Brigada Abraham Lincoln...
    También leí hace poco un libro extraordinario del polaco Javier Prushinski, En la España Roja. Son libros que, por su carácter testimonial, aportan un cierto frescor y mucha ambientación. Hay que sumarles obras de Eduardo de Guzmán, más literarias, o algunas interesantes memorias como las de Juan Simeón Vidarte.
    La Guerra Civil es todo un desafío porque hay historiadores e historias con sesgos notables.
    Así,se puede considerar un primer grupo de escritores críticos con la actitud de la izquierda pero no con el franquismo: Pío Moa, Ricardo de la Cierva, César Vidal en cuanto a los superventas, pero hay más. José Semprún Bullón, Alfredo Semprún, etc.
    Luego un segundo grupo de escritores críticos con el franquismo pero no con los perdedores de la Guerra Civil: Javier Tusell, Alberto Reig Tapia, Angel Bahamonde, Santos Juliá, Juan Pablo Fusi o Pons Prades
    En el primer grupo entrarían hispanistas como Stanley Payne y Burnet Bolloten, al que se refería Diego Rodríguez-Vila. El segundo grupo contaría con hispanistas como Gabriel Jackson y Paul Preston.
    Luego hay un tercer grupo, mucho más amplio pero menos publicitado, que trata de objetivar la Guerra y la fractura social: entre los hispanistas pienso en Bartholomé Bennassar y en Ian Gibson, y en cuanto a los españoles sólo se me ocurren ahora Ors Montenegro y Luis Español, que no se casan con ninguno de los bandos.
    A ese grupo podríamos sumar todo un grupo que aunque sólo se interese por las víctimas de un bando dado, no niegan las atrocidades sufridas por el otro. Este sería el caso de Mirta Núñez, Casas de la Vega o Vicente Cárcel que aunque documentan las matanzas sufridas, respectivamente, por "rojos", "nacionales" o eclesiásticos, no practican el negacionismo sistemático al referirse a las víctimas del otro bando.
    A mí lo que me fascina es comprobar cómo la gente reacciona de forma distinta a los mismos impulsos. Por ejemplo Carlos Seco Serrano ha publicado poco sobre la guerra civil porque a su padre lo asesinaron los de Franco y el tema le duele; en cambio Ricardo de la Cierva, a cuyo padre asesinaron en Paracuellos, no para de publicar sobre la guerra. Fascinante...

    ResponderBorrar