martes, octubre 13, 2009

Desfiles pacíficos

Menudo follón se ha montado con el desfile de la Fiesta Nacional y los abuchecos al presidente del gobierno. Alberto Ruiz Gallardón, esa luminaria de la gestión municipal según la cual, si un tráfico rodado pasa por las vías A, B y C, no pasa nada porque se hagan obras simultáneas en las vías A, B y C, ha sido oportunamente cazado por las cámaras de la televisión española dorándole la píldora a su presidente y afeándole la conducta a sus administrados.

A mí, sinceramente, me cuesta entender el argumento gallardonita, si es que lo he entendido bien. Parece ser que dice don Alberto que cuando una celebración lo es de Estado, no se debe abuchear a alguien en concreto. Si como digo entiendo bien el argumento, esto viene a querer decir que sólo debes abuchear a un político en un acto que organice él o ella. Este argumento, como digo, me mueve a dos consideraciones.

La primera es: ¿por qué, entonces, el presidente del gobierno permite ser aplaudido en actos de Estado? Si los actos de estado, Gallardón dixit, no están para expresar la volición del personal respecto de sus políticos, tan delito es mandarlos al carajo como aplaudirles y decirles ¡presidente, presidente!, tal y tal. Así las cosas, ¿será que un acto de Estado es como la misa católica y hay que estar en ellos de pie y calladitos hasta que el cura nos dé la palabra?

La segunda: ¿es delito, por lo tanto, expresar tanto el apoyo como el rechazo hacia el gobierno, cualquier gobierno, en actos no partidarios como los funerales de Estado? ¿Y los partidos de fútbol? Porque a la final de la copa va al presidente del Gobierno, pero es obvio que no la organiza. Dado que no la organiza él, parece ser que es una falta de respeto, Gallardón dixit, aplaudirle o abuchearle.

En todo caso, la función de estas pequeñas notas es tranquilizar a nuestro presidente con un argumento que creo yo algo más sólido que los esgrimidos por el pelotilla municipal ayer en la mañana mientras desconocía, o tal vez sabía muy bien, que estaba siendo grabado. Zapatero, quédate tranquilo, que los desfiles que has vivido tú son juegos de niños al lado de los que han ocurrido en el pasado.

Quizá el desfile conmemorativo más encabronado que se ha vivido en España, que es el que quiero recordar aquí, es el producido el 14 de abril de 1936 en el mismo escenario que ayer, es decir en el paseo de la Castellana. Claro que, en aquel entonces, como en España todavía no se había inventado a Alberto Ruiz Gallardón para que diese por saco, la parada tuvo como escenario las cercanías de la plaza de Colón. De aquella, además, lo que hoy conocemos como plaza de Cuzco era poco menos que un secarral.

El 14 de abril de 1936 se celebró una parada militar para conmemorar los cinco años de la II República. No registran las crónicas si el gobierno, que participó en pleno desde la tribuna, tuvo o no que soportar silbidos. Quizá esto es así porque no estaba allí Ruiz Gallardón para dorarles la píldora. Aunque hay razones más de peso para que unos silbiditos no se valoren.

A la altura de la calle Marqués de Riscal, en un momento del desfile, alguien, y que yo sepa nunca se ha sabido a ciencia cierta quién, tiró un petardo. Un petardón, más bien. Como digo, pudo ser cualquiera. En la calle marqués de Riscal se había encontrado, o se encontraba, entonces, una de las sedes de Falange, aunque ese es un dato que, en mi opinión, avala el dato de que no fueron ellos, pues hay que ser muy imbécil para hacer una putada justo enfrente de tu casa, además de que no entra en el estilo de Falange petardear (nunca mejor dicho) un desfile militar. Pero la participación en el hecho de grupos de izquierdas tampoco casa con el hecho de que quien estaba en la tribuna era el gobierno del Frente Popular nacido de las elecciones de febrero de aquel año. A menos que fuesen anarquistas, claro, porque a éstos les daba igual Juana que su hermana.

En todo caso, el autor de la petardada consiguió lo que probablemente buscaba, y es que todo el mundo, durante un momento, pensara que el petardo era una bomba en condiciones. Los testimonios del día indican claramente que aquello retumbó como si un troll tuviese un ataque de aerofagia. Hubo carreras, gritos, de todo. Las fotos del día en las que se ve al mismo Azaña desde la tribuna tratando de tranquilizar al público (una vez supo que no había sido nada, claro) no tienen desperdicio.

Pasado este incidente, llegó el momento de que por el tramo final de la Castellana desfilase la Guardia Civil. El cuerpo armado había demostrado, cinco años antes, un escrupuloso respeto a la voluntad popular que quería que el rey se marchase y, por lo tanto, no puso ni medio problema a la proclamación de la República. Pero, en cinco años, habían pasado muchas cosas. Para empezar, un ex director general de la Guardia Civil, Sanjurjo, se había levantado contra la República en agosto del 32. Y luego habían estado las tragedias de Castilblanco, de Arnedo, y otras tantas, en las que la Guardia Civil, o bien había sido masacarada, o bien había masacrado y/o participado en hechos más o menos luctuosos. Una de las banderas de las izquierdas, por lo tanto, era el odio a la Guardia Civil (que le duró, más o menos, hasta el ministerio Barrionuevo).

Quizá por eso, y por supuesto a causa también del hecho histórico de que no estuviese por ahí Ruiz Gallardón para desplegar entre las masas sus inmensas habilidades conciliadoras y de paso sus impuestos y sus multas, al pasar los de verde la cosa se desmadró. Grupos de personas entre el público, al paso de los desfilantes, procedieron a abuchearlos y a insultarlos.

Es ley de vida que a los desfiles militares va siempre una gran multitud de gente a la que le gustan esas cosas y es, por lo tanto, mayormente proejército. Las chanzas y burlas de una parte del público fueron, pues, rápidamente contestadas por otra parte, entre la que se encontraba Anastasio de los Reyes, un alférez de la guardia civil al que no le tocaba desfilar y que se encontraba viendo pasar a sus compañeros. De los Reyes, junto con otros miembros del público, ordenó callar a los que insultaban y, dado que la dialéctica de aquellos años no es la de hoy, recibió, por toda constestación, una bala en la espalda que acabó con su vida.

Pues sí. Hoy discutimos sobre si se puede pedir a gritos la dimisión de un presidente del gobierno durante un desfile. Pero, hace 70 años, lo que pasó fue más bien que le mataron a un paisano (pues De los Reyes estaba entre el público) casi en las mismas barbas.

El asesinato del alférez Anastasio de los Reyes es el momento en el que una mano negra, muy negra, comienza a inclinar definitivamente el plano de la Historia de España, para hacerlo caer irremisiblemente en la guerra civil. Marca un antes y un después, a mi modo de ver, porque demuestra que el gobierno del Frente Popular, a pesar de las promesas en las Cortes por parte de Azaña en ese sentido, no estaba dispuesto a gobernar para todos, sino para los suyos.

En realidad, este problema no surge por el desfile y el asesinato, sino por el entierro, celebrado al día siguiente. El entierro del alférez De los Reyes fue un acto de rebeldía ante las instituciones por parte del estamento militar y las derechas. El gobierno quería un entierro sencillito y en la intimidad familiar. Sin embargo, los compañeros del guardia civil se empeñaron en que no fuese así y, tras instalar la capilla ardiente en un cuartel que estaba más o menos donde hoy está AZCA (si no están erradas mis referencias), llevaron el féretro en procesión paseo abajo. En el trayecto fueron tiroteados dos o tres veces. Una desde la Escuela Normal, que no sé muy bien dónde estaba. Otra, según los periódicos, desde unas casas en obras en la calle Miguel Ángel. Y otra más abajo, desde los tejados de algunos edificios.

Ante las agresiones, que calentaron mucho los ánimos, el cortejo funerario, contra lo que se le había dicho, decidió seguir la procesión hasta Manuel Becerra, conocida entonces por muchos madrileños con el sardónico nombre de plaza de la Alegría, porque ahí era donde se despedía a los féretros camino del cementerio. Al paso por la plaza de la Independencia, al parecer, hubo conflictos porque algunos de los miembros del cortejo pararon los tranvías y obligaron a sus conductores y viajeros a descubrirse al paso del cadáver. Puede ser, a la vista de los relatos escritos del día, que uno de esos conductores, quien al parecer levantó el puño, se llevara unas hostias como panes. En los listados de las casas de socorro aparece, de hecho, algún que otro tranviario.

En Becerra se montó la mundial. Creo que fue allí donde murió de un disparo Antonio Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera. Con todo, lo peor fue que el teniente a cargo de los guardias de asalto, José Castillo, tuvo al parecer un momento de pánico en medio de aquel batiburrillo y quizá temió por su seguridad personal (cosa que no me extraña, pues el cortejo fúnebre, formado mayoritariamente por militares armados, había sido tiroteado, así pues sus miembros muy tranquilos no estarían). Como no estaba por allí Ruiz Gallardón para recordar a los paisanos que en los actos no partidarios no se pueden hacer cosas feas, y de paso ponerles unas cuantas multas por ensuciar el mobiliario urbano, la cosa se fue de madre, el personal se fue a por Castillo, no sé si porque era de la poli o porque le reconocieron, porque lo cierto es que Castillo era un significado marxista que tenía entre sus dedicaciones entrenar a las formaciones socialistas paramilitares. El caso es que Castillo se sintió, como digo, amenazado, y disparó, prácticamente a quemarropa, en el pecho de un joven de 19 años, Luis Llaguno, de ideología tradicionalista, que quedó hecho un siete, si bien, que yo sepa, no la palmó.

Otro hecho que no registra la Historia, a mi modo de ver de forma injusta, es el enorme favor que le habría podido hacer a la paz de España el alcalde Gallardón de haber existido entonces. De haber existido Gallardón en aquellos tiempos, el trayecto desde el Hipódromo hasta Becerra habría estado tan preñado de zanjas y túneles en construcción que el funeral no se habría podido celebrar.

La acción de Castillo al disparar sobre Llaguno puso en marcha el reloj de la guerra civil. Llaguno estaba desarmado, motivo por el cual el disparo de Castillo se produjo sobre un civil que no era una amenaza; algo que cualquier policía sabe que es pecado mortal. Sin embargo, a Castillo no le pasó nada. Todos sus compañeros lo avalaron y afirmaron la fuerza necesaria de su acción, por lo cual, que yo sepa, ni siquiera fue sancionado (lo cual tiene coña, porque el Director General de Seguridad, su supermando pues, acabó dimitiendo a causa de estos hechos). Como no fue sancionado ni arrestado ni nada, pudo, pocos días después, salir de su casa tranquilamente hacia el trabajo y encontrarse con unos ignotos pistoleros (probablemente tradicionalistas, aunque se habla también de falangistas, y de mediopensionistas) que se lo apiolaron. El asesinato del teniente Castillo es el que encabrona lo sufiente a un guardia civil y un grupo de guardias de asalto como para salir una noche en busca de venganza. La noche en la que esos tipos matan a José Calvo Sotelo, haciendo con ello imposible toda evitación de la guerra civil. Con la muerte de Calvo Sotelo, ya ni Gallardón la habría parado.

Cabe decir, además, que la reacción del gobierno, y más concretamente de Casares Quiroga que en esos días asumió las funciones de Interior por estar imposibilitado su titular, fue de un sectarismo acojonante. Tras el consejo de ministros que analizó los sucesos del desfile y del entierro, el gobierno anunció una serie de acciones muy duras contra los grupos de derechas. Evidentemente, las derechas habían alentado una rebelión durante el entierro del alférez, rebelión que es en gran parte responsable de los sucesos posteriores. Por decirlo claramente: nunca debió haber follón en Becerra si el cortejo fúnebre hubiese respetado las reglas de juego. Además, su actitud cuando menos en el tramo del desfile desde el principio de la Castellana fue provocadora y violenta, como demuestran los episodios de los tranvías.

Pero, siendo esto cierto, no lo es menos que un gobierno no podía pasar por encima del hecho de que el entierro fue tiroteado por lo menos tres veces por pistoleros de izquierdas. Un gobierno que de tal se precie habría repartido hostias por igual, porque si algo deja claro el entierro del alférez de los Reyes es que los grupos radicales, de uno y otro bando, se sentían con capacidad para campar por sus respetos en aquella España que estaba a punto de partirse como una baguete de pan duro que estrellásemos contra la pared. Y luego está el impresentable caso de Castillo. Castillo fue asesinado el 12 de julio. Esto es: 88 días después de haber disparado sobre Llaguno. ¿Alguien podrá sostener que 88 días son suficientes como para haber cerrado una investigación policial interna sobre un hecho tan grave? 88 días después de su acción, Castillo trabajaba con normalidad y no había sido sancionado. Es obvio que el gobierno no quiso saber nada a la hora de apartarlo del servicio, sancionarlo o someterlo a una encuesta mínimamente rigurosa.

Creo que es Stanley Payne el que ha escrito que el asesinato de Calvo Sotelo fue el detonante final de la guerra civil porque enseñó a los alzados que, en realidad, estaban más seguros si daban el golpe de Estado que si no lo daban. Creo que la frase es cierta pero puede, en cierto sentido, retrotraerse algunas semanas, hasta la fecha del entierro del alférez De los Reyes. Fue ahí, a mi modo de ver, cuando muchas de las fuerzas sociales y militares que finalmente apoyarían el golpe de Estado del 36 aprendieron que no tenían nada que esperar del gobierno del Frente Popular.

Al lado de esto, lo del desfile de ayer es una especie de coña marinera.

Aunque, eso sí. Si lo que queremos son desfiles del 12 de octubre que transcurran sin abucheos, no tenemos nada más que volver al franquismo. Durante los desfiles del Día de la Raza no había un dios que abuchease a la tribuna.

Yo, para mí, que si hay abucheos, lo que deberíamos hacer es felicitarnos de ello. Los máximos mandatarios intocables dan repelús.

20 comentarios:

  1. Anónimo11:45 a.m.

    VIVA LA CORRIENTE REVISIONISTA DE LA HISTORIA, (FOMENTANDA POR LA CAVERNA DERECHONA)DE LA QUE VEO QUE ERES SEGUIDOR FERVIENTE.

    A Mola le importaba un huevo la muerte de Calvo Sotelo, pues el golpe de estado ya estaba en marcha e igual se hubiera hecho con Calvo Sotelo vivo.

    ResponderBorrar
  2. Piensa un momento, Anónimo, en lo siguiente.

    El golpe de Estado de 18 de julio de 1936 fue un fracaso. En Madrid fracasó de plano, entre otras cosas, porque no se alzaron en armas ni la mitad de los cuarteles que se esperaba. En Barcelona, para qué te cuento. En el norte, sólo Navarra (faltaría más) y Galicia cayeron del lado del golpe. Valencia permaneció fiel. Lo mismo hizo gran parte de la Armada (con la excepción de la controlada desde Ferrol, claro) y de la aviación. El mejor ejército golpista estaba embolsado en Marruecos y sin capacidad de dar el salto. El sur debió ser republicano, si Queipo no llega a ser tan hábil y los republicanos tan torpes. Aún así, conservaron Málaga, Extremadura y otros puntos importantes.

    Si el golpe fue un fracaso mediando la muerte de Calvo Sotelo, ¿te has parado a pensar alguna vez qué habría pasado SIN ella?

    Dado que eres anónimo, y por lo tanto no puedo avisarte de otra manera, he optado por la alternativa de publicar tu comentario tal y como tú lo has enviado. Pero con la advertencia de que no te voy a pasar ni una más. Opinar, opina lo que te dé la gana. Pero los juicios de intenciones están de más en este blog. Así pues, cualquier comentario despreciativo o enjuicioso de este hilo (como ves, también se me ha ocurrido que ahora te pongas un nombrecito) ya no lo leerás.

    En este blog se aplica la norma técnica UNMSTO (Una y No Más, Santo TOmás).

    ResponderBorrar
  3. A mi no me parece, por lo que he leido hasta ahora, incluyendo el post de hoy, que aqui se huela a revisionismo de ningun tipo.
    Personalemente, me he sentido atraido por leer un poco mas acerca de la guerra civil, porque ,hijo de rojos a los que les toco pegar tiros como soy pese a mi tierna edad, me apetecia profundizar en la vision de todo el personal que por alli anduvo, puesto que en un caso como el de la guerra civil no me puedo creer el maniqueismo.
    Ni soy revisionista ni nada que se le parezca (no me da para ello, ademas) pero creo que es una acitud de ciclope empeñarse en que la derecha española no tenia argunmentos validos para sentirse insegura, independientemente de que sea preferible no tirar por la calle de en medio y de que, por lo que a mi me toca, hubiese deseado mas que saliese victoriosa la parte mas racional del bando republicano.
    No tengo por qué defender al que escribe este blog, que calculo que sabra hacerlo solito, pero resulta irritante ver la predisposicion que tienen muchos, del signo que sean, a sacar la retorica hueca a pasear (verbi gratia 'caverna derechona')cada vez que algo les chirria en lo que oyen.
    Por lo menos, anonimo no ha usado la expresion "fascista" para dirigirse al que escribe (por cierto, no comparto tu acepcon del término, jotadejota-con ese nombre tienes que disfrutar en las fiestas del Pilar por peleles.
    Algo es algo

    ResponderBorrar
  4. Luis Montes3:22 p.m.

    Es una enorme lástima que unos cuantos (demasiados) en lugar de pensar, se dediquen a seguir la doctrina a pies juntillas. Ni siquiera un blog como este se libra de los cibertrolls.

    JdJ, muchas gracias por tu tiempo y tus artículos.

    Saludos

    ResponderBorrar
  5. Pollito desamparado3:51 p.m.

    Yo pienso, humildemente, que este tipo de comentarios, aunque sean irrespetuosos y suenen incluso algo amenazantes, son un buen testimonio de un sector de la sociedad española (de ayer y de hoy) que ayuda a explicar muchas cosas de nuestro pasado y de nuestro presente.

    Cambiando de tema,¿cuándo tendremos la respuesta a la adivinanza anterior?

    ResponderBorrar
  6. Es que me lo paso teta leyendo las respuetas, Pollito. Yo creo que mañana o pasado podré colgar la solución.

    La cosa está caliente, caliente...

    ResponderBorrar
  7. Luis Montes5:04 p.m.

    Y volviendo al comentario de Anónimo, me planteo varios interrogantes. Teniendo en cuenta que el Dragon Rapide salió de Croydon unos días antes del asesinato de Calvo Sotelo y que, parece demostrado, Miss Canarias 1936 no se decidió hasta la muerte de su paisano, Mola debía de estar muy seguro de que el pequeño general de Ferrol se uniría a la conspiración sí o sí. Pero, ¿y si no se hubiese decidido?

    ¿Se habrían levantado los militares de todos modos aún más en precario?

    ¿Qué habría hecho Franco desde Canarias?

    ¿Qué habría pasado con el ejército de África?

    ¿Habría esperado Mola a que el "democrático" Frente Popular siguiese enseñando más la patita para tener más apoyos?

    ¿Te atreves JdJ?

    Saludos

    ResponderBorrar
  8. Contestándote con mis conocimientos, Luis, el asunto creo que se explica teniendo en cuenta cómo diseñó Mola el golpe. Según su diseño, éste tenía que producirse en tres días y no, desde luego, en la tarde del 17 de julio. La cosa se disparó por los movimientos de la UMRA en Melilla, que provocaron incluso que, ya en la noche del 16 al 17, las tropas del comandante Ríos Capapé estuvieran alzadas, aunque nadie lo sabía.

    Las Canarias estaban en la tercera tranca golpista, es decir se sublevaban entre los últimos. Hay que entender que el golpe diseñado por Mola no lo fue para iniciar una guerra civil, sino para hacerse con el poder en unas 72 horas.

    Franco, por lo tanto, no tenía que tener el papel fundamental que luego tuvo. Para Mola, lo importante era la fidelidad de ciertas unidades militares, así como el apoyo carlista (que le fue remoloneado por Fal Conde hasta la muerte de Calvo Sotelo), así como la victoria en Barcelona, donde los alzados fueron extraordinariamente inocentes (además de encontrarse con una CNT que se batió el cobre y una Guardia Civil que apoyó a la República). Madrid lo daban por perdido.

    De haberse producido la defección de Franco, por lo tanto, supongo que otro habría tomado el mando del ejército de Marruecos. Pero el hecho de que Bolín reciba instrucciones para alquilar el Dragon Rapide muchas horas antes de la muerte de Calvo Sotelo demuestra, a mi modo de ver, que Franco estaba ya decidido. Por lo demás, cuesta creer que Franco pudiera permanecer al lado de la República. Franco no era tonto; era un carnicero, pero no era tonto. Sabía pertectamente qué destino le esperaba a los militares profesionales de corte personalmente conservador (católicos, tradicionales, y tal) en el ejército de la república. ¿Alguien se imagina a Franco yendo a la plaza de toros de Valencia a gritar No Pasarán al lado de Pasionaria?

    Otra historia dentro de la Historia es ya la actitud de Franco cuando pisa la península y se da cuenta de que la guerra depende en gran medida de él. A mi modo de ver, es entonces, y no antes, cuando se da cuenta de que puede aspirar a ser generalísimo y caudillo. Es entonces cuanto quiebra el percorrer normal de la avanzada desde el sur, desviándose para liberar Toledo, en una operación que sabía tendría una gran repercusión internacional (hasta Hitler quedó admirado) y en la que probablemente perdió Madrid (si hubiera ido a la capital con la quinta puesta, a las dos brigadas internacionales que desfilaron por la Gran Vía no les hubiera dado tiempo a llegar).

    ResponderBorrar
  9. Luis Montes7:47 p.m.

    Gracias por dar tu opinión JdJ. Visto con perspectiva, el golpe de Mola fue de lo más precario. Claro que contó con la inestimable ayuda de los ineptos republicanos, incapaces de prever, frenar y de poner orden en sus propias filas.

    De todos modos, si Franco se hubiese seguido haciendo el gallego, quizá Mola no habría dado el paso.

    Para bien o para mal, demasiadas veces el futuro de muchos depende de acciones individuales.

    De nuevo gracias.

    Saludos

    ResponderBorrar
  10. No hay que dar tanto credito a comentarios como el del Anónimo de hoy. Son seguidores de una corriente histórica que posee su verdad, y todo lo que no pertenezca a dicha verdad es de derechones (o de fachas, como han dicho antes)

    En cuanto a tu respuesta al anónimo, yo iría más lejos. El golpe de estado fue un golpe del ejercito, al que se le sumaron diferentes sectores de la derecha, pero fue un golpe de estado militar. Si dicho golpe fracasó, con los apoyos de dicha derecha asustada, ¿que hubiera pasado si dicha derecha no fuera una derecha asustada y le hubiera gustado seguir en el orden democrático? ¿los falangistas hubieran seguido a Queipo en un asunto militar? Es más, si no estuviera el ambiente caldeado por la muerte de un guardia civil sin repercusiones, ¿se hubiera sumado la guardia civil como se sumó a la rebelión?

    Sigue en esta linea, que yo las películas de buenos y malos me aburren.

    ResponderBorrar
  11. Hola
    Lo primero, solidarizarme con el dueño del blog frente a quienes pretenden dogmatizar la historia.
    Soy el mismo al que hace unos días, como anónimo, jdj casi me anticipó el motivo de este post. Si entraba como anónimo era por pura pereza. La actitud del primer individuo de la lista me ha decidido a ponerme nombre.
    Respecto al post en sí mismo, excelentemente escrito como es habitual, coincide con la versión de los acontecimintos que yo tenía y daba por cierta.
    Sólo un PERO (y lo pongo en mayúsculas porque creo que es muy gordo) Cuando hablas del asesinato de Calvo Sotelo se lo atribuyes exclusivamente a un guardia civil y guardias de asalto. Te olvidas de que en la furgoneta que dio "el paseo" a Calvo Sotelo también iban paisanos y, es más, parece ser que fue uno de ellos el que le disparó en la nuca. También tengo entendido que era un conocido miembro del PSOE, jefe de la escolta personal de Indalecio Prieto y de la llamada Brigada Motorizada.
    Creo que este dato añade mucha más fuerza a la argumentación sobre la importancia que tuvo el asesinato de CS en la toma de postura de muchos indecisos: Si hasta a uno de los líderes de la oposición se lo podían cargar impúnemente (porque resultó obvio que el gobierno no hizo gran cosa por castigar a los culpables), ¿que no harían con un burguesito de a pie? (por no hablar sólo de curas, militares y terratenientes)
    Espero que el primero de la fila no haya leído mi comentario porque es de los que pueden venir a darme "el paseo"

    ResponderBorrar
  12. ¡Ah, se me olvidaba! Con respecto a si fue el entierro del alférez o el asesinato de CS el que terminó de decidir a los militares y dar el empujón final a la guerra civil, tanto me da, aunque los argumentos a favor del alférez me parecen buenos. Yo voy más allá. Mi teoría particular es que el asesinato de CS fue la causa de que los Rojos* perdieran la guerra.

    * La denominación "rojos" me parece la más escueta y menos mala para definir a ese bando. Como republicano que soy, me resisto como gato panza arriba a llamarlo "bando republicano".

    ResponderBorrar
  13. Anónimo11:40 p.m.

    Sobre el anónimo.
    Tienes mi apoyo JdJ.
    Es cierto que a veces me parece notarte una cierta tendencia conservadora. Pero eso no significa nada. Todos somos humanos, y por tanto tenemos nuestras ideas. Y tú demuestras ser bastante objetivo en este, dicho sea de paso,tu blog. Sin ir más lejos, en este post al valorar que el obierno debía "repartir hostias" a izquierda y derecha en el asunto del entierro.
    CorsarioHierro
    PS: ¿Cómo hago para no firmar como anónimo?

    ResponderBorrar
  14. Muchas gracias a todos por vuestro apoyo y aliento. La verdad es que en cuanto debates sobre historia en la red te acostumbras a estas cosas. Pero una cosa es un foro en el que eres uno más y otro distinto el muro de comentarios de tu propio blog.

    No me gustan los juicios de intenciones. Por no gustarme hasta te diría, Asmodeo, con todo el cariño, que yo el comentario del «paseo» no lo habría hecho (aunque el resto de tu mensaje es muy relevante, y la corrección que me pones cierta, por lo que no puedo por menos que publicarla).

    La experiencia me va diciendo que la decisión que tomé un día de moderar los comentarios fue muy acertada. De esta manera, los Unabombers de la red tienen apenas una oportunidad (una o ninguna) de tener su pequeño orgasmo. Supongo que, como en la red hay miles de oportunidades de darse de hostias, simplemente se van.

    Un debate histórico tiene que ser apasionado. El debate en torno a la importancia o irrelevancia de la muerte de Calvo Sotelo es un debate apasionado e interesante, por ejemplo. Pero el apasionamiento se debe poner en las fuentes, en las interpretaciones y en los argumentos. Cuando el apasionamiento se pone en quien habla, tenemos una cosa que se llama guerracivilismo.

    ¿Soy conservador? Puede que sí. La verdad, no lo sé. A mí lo que más me mueve, desde un punto de vista histórico, es la idea de que los hechos ideológicos no son, no pueden ser fruto de la casualidad. Si vives en Madrid y tus padres son extremeños, puedes pensar que los abertzales vascos son una panda de subnormales. O puedes pensar, y para eso no tienes que acercarte ni medio centímetro a ellos, que alguna razón tiene que haber para que existan tantos. Lo mismo pasa, por ejemplo, con Chaves. Menudo impresentable, sí. Pero es un impresentable al que sigue más de la mitad de su país, y eso será por algo (aunque ese algo nos parezca erróneo; no hablo de justificar, sino de buscar el algo).

    Esto puede llegar a entenderse por mucha gente. Pero el problema es cuando les tocas la fibra. El problema llega cuando les dices que lo mismo se puede predicar de, no sé, Pinochet. O de Franco. La buena teoría dice que Franco gobernó treinta y pico años a base de represión. Es una teoría difícil de creer. No se gobierna tres décadas un país con las fronteras abiertas a base de arrear hostias. Hay que entender que Franco tuvo una base social y si tratar de entender por qué, cómo y en qué condiciones se produjo esa base social es ser revisionista, pues qué le vamos a hacer.

    Joder, vaya rollo.

    ResponderBorrar
  15. Luis Montes3:34 p.m.

    El comentario del primer anónimo lo único que indica es una visión absolutamente infantil de la realidad: "los míos son buenos, los que no piensan como yo son malos". Es una visión análoga a la del nacionalcatolicismo. En realidad se trata de una constante en la historia de la Humanidad: unos cuantos se apropian de una ideología, la moldean a su gusto y se inventan una historia que suena bien. El único objetivo es alcanzar el poder. Unos cuantos se lo creen y les hacen el trabajo sucio. Unos invocan a Dios, otros a la Patria, otros al Pueblo, otros a los pobres... Solo son coartadas para medrar, mientras unos pobres idiotas se lo creen y se parten la cara, o se la parten a los demás para que la cúpula pueda seguir oprimiendo.

    Saludos

    PD: Me parece genial que filtres los comentarios. Hay sitios donde los que han renunciado a su libertad y a su facultad de pensar no tienen cabida.

    ResponderBorrar
  16. Pollito desamparado6:34 p.m.

    Razón no te falta, Luis Montes. La prueba es que todos los líderes del bando perdedor en nuestra guerra incivil se pusieron a salvo, y abandonaron a su suerte a los que habían hecho el trabajo sucio, soliviantados por la demagogia de los primeros.

    También podemos observar en nuestros días cómo se enfrentan las respectivas hinchadas de unos partidos políticos básicamente corruptos que solo se representan a sí mismos, y en los que muchos de esos infelices no tienen ni voz ni voto.

    No obstante, yo creo que por la libertad sí merece la pena luchar, y aventurar la vida, como decía Don Quijote.

    ResponderBorrar
  17. Hola a todos,

    Está claro que el asesinato de Calvo Sotelo marcó un antes y un después en la posición de muchos indecisos ante lo que se esperaba, que no era otra cosa que el golpe militar. Ahora bien, también es verdad que el 12 de julio, día del asesinato de Calvo Sotelo, la trama estaba ya muy avanzada como para pensar que este asesinato fuera la clave del mismo. Si acaso sirvió para limar asperezas entre Mola y los sectores más reacios a aceptar sus condiciones: los falangistas y sobre todo los tradicionalistas. Creo, ahora no puedo consultarlo, que Franco ya había decidido dar ese paso antes de que el asesinato de Calvo Sotelo se produjera. Me parece haberlo leído en la biografía escrita por Luis Suárez sobre el general Franco. A ver si mañana puedo echarle un vistazo y pongo aquí el dato.

    Un saludo.

    ResponderBorrar
  18. He estado comprobando en la diversa bibliografía que dispongo sobre el general Franco y es curioso como todavía hoy en día no hay una unanimidad a la hora de asegurar cuando éste se decidió a incorporarse al golpe militar. Dejo aquí las versiones de varios biógrafos de Franco:

    1) FRANCO, de Luis Suárez, editorial Ariel, 2005. Este autor afirma que Franco se decidió a incorporarse al golpe militar no antes de junio de 1936. Desde el 11/06/1936 Mola ya estaba discutiendo con Kindelán la manera de trasladar a Marruecos, desde Canarias, al general Franco. El 23/0671936 el futuro caudillo enviaría una carta al entonces jefe de gobierno y ministro de la Guerra, Sr. Casares Quiroga, mostrándole el claro y contundente malestar existente en las FFAA ante la situación tan complicada por la que pasaba la República. Al final, Luis Suárez afirma que fue el 06/07/1936 cuando Mola informa a Fanjul de la decisión de Franco de incorporarse a la sublevación.

    2) FRANCO. CAUDILLO DE ESPAÑA, de Paul Prestón, editorial Debolsillo, 2002. Este autor no lo tiene tan claro como Suárez. Afirma que el 8 de julio Kindelán logró hablar con Franco vía telefónica y le confirmó que no estaba todavía decidido a incorporarse al golpe militar. El 12 de julio el general Franco envió un mensaje en clave a Kindelán que decía..”geografía poco extensa” y que significaba que se negaba a unirse a la sublevación. Al día siguiente Mola recibió este mensaje, pero a los dos días, una vez asesinado Calvo Sotelo, Mola volvió a recibir otro mensaje del general Franco confirmando su decisión de unirse.

    3) FRANCO. UNA BIOGRAFÍA POLÍTICA, de Javier Tusell, Tusquets, 2002. Este autor insiste en el mensaje de Franco a Kindelán el día 12, “geografía poco extensa”, es decir, el asesinato de Calvo Sotelo la madrugada del 13 debió ser el definitivo empuje para que Franco se uniera al golpe.

    4) FRANCO, de Ricardo de la Cierva, editorial Fénix, 2006. Este autor se apoya en la carta que envió el general Mola a Yague, el 24 de junio de 1936, en la que el primero le confirmaba al segundo la incorporación de un prestigioso militar a la sublevación...éste no era otro que el general Franco.

    Como podéis comprobar hay para todos los gustos. Yo, particularmente, pienso que Franco, aunque apoyaba el golpe desde la misma reunión el 8 de marzo en Madrid, se mantuvo a la expectativa de los acontecimientos porque como bien comentó él...”quien se subleva contra el gobierno y fracasa no puede esperarle más que el paredón de fusilamiento”...así que seguramente hasta junio, posiblemente después del envío de la carta a Casares el día 23 de junio.

    Un saludo.

    ResponderBorrar
  19. Perdón por reactivar este tema un poco antiguo.

    No hay ninguna duda de que Mola hubiera seguido adelante, con Franco o sin Franco. Su reacción inmediata al recibir el mensaje de 'Geografía poco extensa'(Franco no se alzaba) fue dar instrucciones al piloto Ansaldo para que llevara a Sanjurjo no a la Península, sino a Tetuán para ponerse al frente del Ejército de Africa. Instrucciones que cambió de nuevo al recibirse el segundo mensaje de Franco después de lo de Calvo Sotelo. Esto queda clarísimo en el libro 'Mola frente a Franco', que se basa en los papeles recogidos por el ayudante de Mola, Félix Maíz.

    Mola murió (¿en accidente?) plenamente consciente de que el golpe militar que él había diseñado con tanto cuidado había fracasado, convirtiéndose en guerra civil. Y para él las causas habían sido dos:
    - La desobediencia de Goded, que decidió volar a Barcelona (que Mola consideraba ya perdida) en lugar de hacerlo a Valencia como estaba planeado (donde había muchos adheridos al alzamiento, algunos en puestos clave). Desde Valencia tenía Goded que marchar inmediatamente sobre Madrid, aislando Cataluña.

    - El inexplicable retraso de Franco en presentarse en Africa a tiempo de ponerse al frente de los sublevados antes de que la escuadra bloqueara el Estrecho. Podía haber estado en Tetuán el mismo día 17, después de asistir al entierro del general Balmes (el tiempo de vuelo previsto era apenas de siete horas). Pero prefirió pasear por la isla con su familia, cenar con el general Orgaz y sus ayudantes, y retirarse al hotel, esperando confirmación de que las guarniciones se habían alzado.
    El Dragon Rapide no salió de Gando hasta las 14:30 del día 18, con un día entero de retraso, pero para colmo la escala de repostaje en Agadir duró casi dos horas (para desconcierto del piloto Cecil Bebb). Llegados a Casablanca a las 19:20, el piloto insistió en que podían estar en Tetuán antes de las 22:00, pero Franco no quiso ni oír hablar de ello, y fueron a dormir al hotel.
    No fue hasta las siete de la mañana del día 19 que tomaron tierra en Tetuán; aún insistió Franco en que dieran varias pasadas sobre el aeródromo para asegurarse de que todo estaba en orden, y hasta que no identificó desde el aire al coronel Sáenz de Buruaga esperando en la pista (el Rubito, como le llamaba él) no dio permiso para aterrizar. No son de extrañar la fría acogida que se le dispensó en Tetuán, ni el desespero de Mola ante la falta de noticias sobre Franco en aquellas horas tan cruciales.

    Un saludo a todos los Bloggers amantes de la Historia.

    ResponderBorrar
  20. ¡Hola de nuevo!

    Después de releer todos los mensajes de este tema, me gustaría puntualizar lo de que el asesinato de CS acabó de convencer a los tradicionalistas de unirse a la sublevación.
    En realidad, fue Mola el que tuvo que acabar "bajándose del burro".

    Las negociaciones con los carlistas habían empezado mal e iban a peor. Fal Conde presentaba unas condiciones que Mola consideraba inaceptables (restauración inmediata de la bandera bicolor, abolición de todos los partidos, derogación -no suspensión temporal- de la Constitución y de los decretos de libertad religiosa, creación de un Directorio de tres personas de las que al menos una procedería del Carlismo, aceptando la presidencia de un militar, siempre que éste fuera Sanjurjo). El encuentro en Irache, cerca de Estella, a mediados de Junio terminó sin ningún acuerdo, y Fal Conde dejó las negociaciones en manos de José Luis Zamanillo, delegado nacional de requetés.
    Con él las cosas fueron aún peor, culminando en una tormentosa reunión el 2 de Julio, en que Mola le espetó a Zamanillo; '¡La culpa la tengo yo, a estas alturas, por fiarme de los políticos!'
    El día 9 las conversaciones con el carlismo quedan rotas, con una dura carta de Mola a Fal Conde.
    En un intento desesperado de reconducir la situación, Antonio Lizarza (delegado de requetés de Navarra) viaja a Estoril por encargo de Fal Conde y del regente carlista Javier de Borbón-Parma. Lizarza regresa con una larga y conciliadora carta para Mola, de puño y letra de Sanjurjo, pidiendo se acerquen voluntades en todos los puntos y sobre todo que se acepte alzarse bajo la bandera bilocor, punto irrenunciable para los tradicionalistas.

    Pero Mola sigue en sus trece. No quiere hipotecar el futuro de España después del golpe con excesivas concesiones a los carlistas; insiste en que la única enseña presente en los cuartos de banderas es la tricolor, y que con ella tiene que salir la tropa a la calle. Además, la mayoría de los soldados de reemplazo en Pamplona proceden de Asturias, y teme que éstos se amotinen si se les ordena salir bajo la bandera bicolor. Ante esta reacción, desde San Juan de Luz el príncipe Javier de Borbón-Parma ordena el 12 de Julio romper toda relación con Mola.

    Al día siguiente, la muerte de CS parece cambiarlo todo... pero no es así. En la mañana del 14 Lizarza se entrevista con tres de los capitanes comprometidos (Barrera, Lorduy y Vázquez) e insiste en que para que el carlismo se sume a la sublevación, Mola debe aceptar las 'orientaciones' marcadas por Sanjurjo en su carta, y especialmente lo referente a la bicolor. Los capitanes van a ver a Mola, quien, con el agua al cuello, finalmente tiene que claudicar. Se niega a ver a Lizarza pero entrega a los oficiales una nota que dice: 'Conforme con las orientaciones que en la carta del día 9 indica el General Sanjurjo y con las que en el día de mañana determine él mismo, como jefe del Gobierno.'
    Esa misma tarde, desde San Juan de Luz se ordena sumarse al alzamiento militar.

    Esta victoria carlista, al final, se quedó en humo, pues la restitución de la bandera bicolor fue lo único que realmente lograron. Quizá si Mola hubiera vivido se hubiera respetado parte de lo pactado, pero con Franco todo quedó en papel mojado.

    ¡Gracias por leer todo este 'rollo' !

    ResponderBorrar