viernes, febrero 01, 2013

El post 1.000 (de soltera. Conzulta Populá)

Agradezco enormemente todas las aportaciones que habéis dejado en las últimas horas a mi post Conzulta populá, entre otras cosas porque me han dado muchas ideas sobre por dónde van las inquietudes de los lectores, que trataré de colmar con el tiempo. No obstante, debo confesar que estaba pensando, cuando escribí el post, en otra cosa.

Estaba pensando en que los que curráseis fueseis vosotros :-D

Me explico: como ya ha dicho algún comentarista, el post número 1.000 es o será para mí, eso espero, un hito importante. Cuando empecé el blog nunca pensé que llegaría a escribir 1.000 posts, de los cuales, así, a ojo, no menos de 900 son artículos. La última vez que hice uso de una prestación que tiene blogger, por la cual te puedes bajar todo el conjunto de tus posts en xml (o parecido), y eso fue hace meses, me quedé un pelín alucinado. A día de hoy, el blog tiene 63 artículos publicados sobre la guerra civil; 49 sobre la II República; 59 sobre el franquismo; 84 ubicados en el siglo XIX... y, aun así, el tiempo no da abasto. A día de hoy, están vivas sendas series sobre Mayo del 68 y sobre la estrategia de Hitler en Palestina; pero hace meses que tengo preparadas notas para una serie sobre la conferencia de Yalta, por ejemplo; un año que recopilé las fichas sobre la guerra de las Malvinas; y ya no recuerdo la última vez que me dije que tenía que escribir algo sobre la muerte de Durruti. Por medio, libros, libros, libros...

Si quiero celebrar el número 1.000 es porque en realidad es un millón, porque es 1.000 x 1.000. Estoy por llegar al número 1.000, pero lo hago en una situación en la que el blog, los días de diario, supera habitualmente los 1.000 lectores. Milenarismo puro, pues.

[Por cierto, que siempre esperé que alguien fuese a decir: el post número 1.000, por lógica, debería versar sobre el milenarismo :-D]

No obstante, lo digo, estoy pensando en otra cosa. La idea que se me ocurrió ayer por la tarde, cuando estaba en condiciones inmejorables para reflexionar (acababa de comerme una tapa de chorizo curado y matar a 24 enemigos en el Call of Duty, 3 de ellos degollados), fue la siguiente pregunta:

¿Cuál es el día más importante de la Historia de España?

¿Existe ese día, de hecho? Porque habrá personas que contemplarán la Historia como un contínuo que sólo se explica como tal. Me hice esta pregunta y llegué a la conclusión de que era tricky, pero tricky, tricky. De hecho, me di cuenta de que, al menos yo, tardaría lo que se tarda en publicar aquí 80 o 90 posts en tomar una decisión. Así, a bote pronto, tenía cinco o seis candidatos. Pero una hora y media más tarde tenía como dos docenas.

Así que pensé: ¿por qué no escribir el post alrededor de este concepto? Pero, puesto que es una pregunta abierta, al mismo tiempo, ¿por qué esperar a los comentarios? ¿Por qué no adelantarlos?

Todavía tengo que madurar la idea, entre otras cosas con vuestra opinión, pero lo que tengo en mente es lo siguiente:

1) Publicaré el post número 1.000 de este blog con el título ¿Cuál es el día más importante de la Historia de España?

2) En su momento, cuando lo tenga todo maduro, pediré a mis lectores y amigos que «muevan» el proyecto en las redes sociales.

3) Todo el mundo está invitado a escribir. Poco o mucho. Sobre un día concreto (por ejemplo, el 2 de mayo de 1808) o sobre un día más abstracto (por ejemplo: el día más importante de la Historia de España fue el día, que no sabemos a ciencia cierta cuál es, en que Fernando de Aragón decidió casarse con Isabel de Castilla). Sólo hay dos contenidos obligatorios: de qué día se trata, y por qué me parece que es el más importante.

4) Las personas podrían participar en las condiciones que quieran (con su nombre, anónimos, seudónimo...); lo único que les pediría es que me den el dato del lugar desde donde escriben, aunque pueden ampliar la información a su gusto (soy sexador de pollos, profesor de mecánica cuántica en Torredongimeno, etc.)

En fin, a ver qué os parece... 

PS: ¿Algún genio de la informática sabe cómo se puede leer en Word el texto en xml, y que quite los códigos y todas las basurillas, dejando sólo el texto?

jueves, enero 31, 2013

Conzulta Populá

Voy a dejar hablar al Pueblo, si quiere. Soy así de generoso.

Ésta que estais leyendo es la entrada 917 de este blog.

¿Alguna idea especial para la entrada número 1.000? Todavía quedan como seis meses, moranless, pero se admiten ideas.

La gran divergencia (y 2)

Karl Jaspers afirmó en 1949 que entre el 900 y el 200 a.C. la espiritualidad humana sufrió un cambio radical. Fue en ese período cuando surgieron el confucianismo, el taoísmo, el budismo, el jainismo, el hinduismo de los upanishads, el judaísmo y el racionalismo griego. Apareció una nueva espiritualidad que valoraba más la compasión y que colocaba a la moralidad en el centro de la vida espiritual, por encima del ritual. La nueva idea de la divinidad era más inefable y trascendente. Denominó a ese período la Era Axial.

miércoles, enero 30, 2013

La gran divergencia (1)


Una vez más, interviene en este blog, como profesor visitante, Tiburcio Samsa, quien en su propio blog está publicando hoy y mañana este post geminado, en el que hace notaría de una lectura interesante, aunque un poco decepcionante. 

Os dejo con él y con La gran divergencia, by Tiburcio Samsa.

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La geografía y el clima hicieron un experimento muy interesante con los seres humanos. Los dividieron en dos grupos y los pusieron a evolucionar por separado durante 15.000 años en ambientes muy distintos, a ver lo que salía. El relato de este experimento es lo que cuenta Peter Watson en “La gran divergencia”.


lunes, enero 28, 2013

Simplemente, delicioso


Es posible que alguno de vosotros comparta de sus años escolares esa frustración de las clases de matemáticas derivada de lo inútil de los problemas habituales. La matemática, disciplina inevitablemente árida, encontraba a veces, pocas, la forma de hacerse entretenida enseñando lo mucho y bien que se podían aplicar sus principios en la vida real. Quitando aquellos casos, hacer problemas de mates, al menos en  mi caso, se convirtió en una larga sucesión de planteamientos un tanto absurdos que, en realidad, cuando trataban de salir de la abstracción y pegarse al mundo, resultaban incluso más ridículos.

Las matemáticas, sin embargo, están en todas partes, e incluso quienes no las conocen las aplican. Esto las hace potencialmente interesantes para cualquiera, y convierte en una disculpa de mal pagador ese argumento tan manido del estudiante, o sus padres, que afirman que el niño "no vale" para las matemáticas. Para las matemáticas valemos todos y, lo que es más importante, todos podemos disfrutar con ellas. Ciertamente, una ecuación no proporciona placer tan deprisa como un helado de fresa. Pero hay un montón de cosas en la vida con las que derrochamos mucha más paciencia, y no por ello nos morimos.

Os traigo aquí la referencia de un libro delicioso y raro. Es una lástima que sea raro. Ojalá se escribiesen más libros así. Alexander J. Hahn, profesor de la universidad de Notre Dame, ha publicado en la editorial de la Universidad de Princeton su libro Mathematical Excursions to the World's great buildings. La obra es, exactamente, lo que promete el título: una serie de materiales, pensados para personas no muy versadas en matemáticas (las demostraciones de muchas cosas se omiten), destinados a contar cómo las matemáticas ayudan a la Arquitectura con mayúsculas o, si se prefiere, cómo están presentes en los principales edificios del acervo constructor del ser humano.

A mí, personalmente, lo más sobresaliente del libro me parecen los primeros capítulos, puesto que versan, en una proporción al menos, sobre matemáticas que las personas estaban aplicando, pero no lo sabían. Me refiero, lógicamente, a los capítulos relativos a los tiempos de la arquitectura sin arquitectos, los tiempos de los maestros que ponían en juego, en cada construcción, la experiencia adquirida a base de, como bien decía Violet le Duc, nunca sabremos cuántos experimentos fallidos, porque, por definición, del pasado nos han quedado los edificios suficientemente bien hechos como para sostenerse; de los muchos que, deficientemente concebidos, se vinieron abajo total o parcialmente, apenas nada sabemos.

Impregnar el arte de matemáticas, especialmente en estos tiempos como digo de concepción amateur de los edificios, es verlo con otros ojos. Es verlo con otros ojos de tal manera que, leyendo en libro, me ha dado en pensar que "Matemática de las formas artísticas" debiera ser, en sí (si es que no lo es), una asignatura prevalente en el currículo de los historiadores del Arte. La evolución del arco de medio punto al arco apuntado tendrá que ver, nadie lo niega, con el gusto; pero tiene mucho que ver con la necesidad de repartir de otra manera las cargas de los edificios otrora románicos. En el libro de Hahn casi nada, por no decir nada, ocurre por accidente; todo tiene una razón para evolucionar y para ser, y el artista aparece ante nosotros como un técnico.

Una gran virtud del libro, además, es que su autor ha sabido darle las cantidades necesarias de Historia, convirtiéndolo así, no sólo en el relato de los números que alumbraron las fachadas, sino en el relato en sí de cómo nacieron éstas. Quizá el punto con más tensión de la obra sean las páginas dedicadas al Duomo de Milán, porque la construcción de esta imponente iglesia es muy bien conocida a través de documentación directa que nos ha llegado intacta; documentación que el autor conoce y utiliza con maestría. De esta manera, podemos contemplar cómo un proyecto inicial, basado en un esquema triangular casi equilátero, comienza a denunciar problemas conforme la iglesia crece, sube y sube, lo que aconseja a la corporación promotora llamar a un maestro alemán en búsqueda de consejo. El maestro alemán acaba por recomendarle a la corporación eso que ahora llamamos un cambio sistémico, un enfoque nuevo: no habrán de pensar en el triángulo para diseñar las proporciones del edificio, sino utilizar proporciones cuadráticas. Los italianos se niegan pero, conscientes de que su iglesia no podrá ser terminada con el plan inicial, mantienen la estrategia, siguen con su plan triangular, pero "achatan" la figura del edificio, lo hacen más bajo; pasa a estar basado en la unión de dos triángulos rectángulos de lados 3/4/5... en suma, leyendo el texto se puede comprender por qué el Duomo tiene ese aspecto de señor  un poco demasiado bajito para las lorzas que tiene, y por qué tardó tantos siglos en verse terminado.

Hahn, además, ha tenido el acierto de terminar los capítulos planteando una serie de problemas prácticas, que va resolviendo poco a poco, lo cual coadyuda para sentir el aliento de la utilidad de la obra, y garantiza algo que, cuando menos, para mí es oro molido: muchas horas de intensa, concentrada y retadora reflexión. 

Es un libro para caer sobre él a ratos, cuando está uno algo relajado, tiene tiempo por delante y conciencia suficiente como para plantearse la lectura como un pequeño reto. Picotear un capítulo, sumergirse en él, soñar que se es aquel hombre distante que se enfrentó a los mismos problemas, y observar la elegancia con que la matemática los desanuda. De alguna manera, el texto es un homenaje al género humano.

Y si "no vales" para las mates, chato, qué quieres que te diga... Pues que, probablemente, no sirves para ellas porque no te las enseñaron así.