jueves, diciembre 11, 2014

No tiene remedio




Hace muchos, muchos años, escuché una historia en los pasillos de Prado del Rey, en el curso de una visita breve. Una de esas cosas que no sabes si creerte, pero que de puro absurda y gilipollas piensas que debe de ser verdad, porque es difícil que alguien pueda ser tan demente como para inventársela de la nada. Según esta historia, la más famosa sintonía de Radio Nacional de España, una especie de firulí-firulá con la que se anunciaba el comienzo de El Parte (o sea, el informativo horario) era, en realidad, una retreta militar compuesta por un coronel del Ejército, asimismo trabajador de La Casa que, décadas después de la primera emisión, seguía cobrando derechos de autor cada vez que comenzaba un informativo.


Como digo, yo no puedo poner la mano en el fuego por la verdad de esta historia; de lo que sí respondo es de su veracidad, entendida ésta como posibilidad de que sea cierta. En eso que hemos dado en llamar El Ente han pasado y pasan cosas mucho más escandalosas que ésa; y no hace falta ser ningún español con información privilegiada para saberlo.

Es el día de hoy, que la corporación RTVE tiene menos dinero que los bolsillos de Carpanta, y sus directivos siguen viajando, en fila de a siete, a los grandes eventos deportivos, como si hiciesen falta para algo. En esta misma semana, el director y supongo que editor de las mañanas de Radio Nacional de España, al que escucho mientras me ducho, se ha ido, supongo que no solo, a Veracruz, México, a hacer su programa desde una cumbre iberoamericana insulsa como pocas (porque hoy en día una cumbre iberoamericana a la que no vayan Castro o Maduro a montarla es como un botellón convocado a los pies del retablo de la catedral de Santiago). Y a Pepa Fernández, responsable de las varietés de fin de semana, a la que escucho cuando viajo en tales días, siempre la oigo dándose de barrigazos por los salones de actos de España; en un gesto que al atractivo de su programa le añade entre nada y absolutamente nada, pero que pesa en nuestros bolsillos porque somos nosotros los que pagamos tamaña trotamundez.

Una mujer canora de los tiempos de la eclosión pop hispana de los sesenta salió hace algún tiempo en un programa de ésos de recuerdos del pasado que hacen en la tele y, comentando sus comienzos, dijo que su primera actuación en televisión había sido un programa cuyo director estaba dispuesto a dejar actuar a cualquiera que cantase una canción que le gustaba mucho y que, si no recuerdo mal, era ésa que dice que hay tres cosas en la vida: salud, dinero y amor. La anécdota, que es eso, una anécdota, refleja muy bien lo que ha sido en España, de toda la vida, la televisión pública: el cortijo de alguien. O sea: a mí me dan un programa musical, y ni de coña me planteo traer al mismo a los tipos que más lo merezcan porque canten como Gardel; yo traigo a Fulano porque es amigo mío, a Fulanita porque resulta que es la que me froto, o, ya en el paroxismo de la arbitrariedad, a unos tipos que resulta que cantan la cancioncilla que me cantaba mi abuela mientras hacía pestiños, cosa que me trae entrañables recuerdos. Como bien dijo una ministra de Cultura, el dinero público no es de nadie; ergo, añadiré yo, aquello que se financia con el dinero público, tampoco.

La Televisión Pública la inventó, en España, el general Franco. Nos obstinamos en preguntarnos, una vez y otra, por qué nosotros somos como somos y la BBC es como es, y no nos damos cuenta de que esto es como comparar una crema de guisantes con el bosón de Higgs. La BBC, como entidad pública como tal considerada, nació de la conversión de una entidad privada; pero conservó al director general que traía de su peligrosa etapa neoliberal, el severo escocés John Reith. Televisión Española, sin embargo, nació bajo el mando de un gallego que había combatido, con los buenos por supuesto, en la sierra del Guadarrama: Jesús Suevos, miembro del Consejo Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, y amigo personal de José Antonio Primo de Rivera. Dicho de otra forma: la primera señal que dio el Gobierno británico tras crear la BBC, con C de Corporation, fue que no quería inmiscuirse en cómo iba a ser gestionada; por su parte, la primera señal que dio el Gobierno español cuando creó TVE es que allí dentro ni la marca del papel higiénico de los lavabos se decidiría sin el nihil obstat del oficial de guardia o, en su defecto, del brigada despensero.

TVE nació como algo muy parecido a lo que hemos vivido quienes hemos tenido que servir en los cuarteles de la mili obligatoria española: como un cotolengo de suboficiales de escaso perfil, y en ocasiones preparación, que, sin embargo, en el estrecho terreno de su mando, dentro de su cuerpo de guardia, de su cocina o de su subayudantía, y precisamente por lo mucho que les jodía ser unos mandaos pringaos, resultaban ser Dios Todopoderoso Hecho Carne. Las gentes de televisión se acostumbraron pronto a mandar según los dictados de su testículo derecho; provisión hecha del concepto de que la dicha gónada fuese, faltaría más, respetuosa con los principios del Movimiento Nacional. Los pasillos de la tele se llenaron de generales de brigada, que sólo por casualidades de la vida eran civiles. Una vez conocí a una mujer que era hija de un jerifalte intermedio de La Casa, y la pobre me confesaba, entre risas, que incluso en su casa el buen hombre hacía uso de sus hijas para que le pusieran la llamada telefónica cuando quería hablar con un amigo. Y así mucho, como decía el ignorante al describir el Bolero de Ravel.

Radiotelevisión Española es un préstamo de la sociedad española. Un préstamo que, pronto, se ha convertido en sablazo, porque aquéllos que lo recibieron nunca lo han devuelto, ni lo devolverán. RTVE son los 50.000 euros que Amador Rivas le debe a Leonardo Romaní.

Cuando llegó la democracia, apareció un actor hasta entonces escondido que, repentinamente, tenía una importancia fundamental: la opinión pública. Si la clase política, desesperada por poder manipular a esa nueva incógnita de la ecuación de la que Franco había pasado como de rezar el rosario en el centro de Mosul, se hubiese encontrado en TVE a una indomable aldea gala, asentada sobre una sólida cultura del bien común, es posible que hubiera tenido que tascar el freno y aceptar que sí, que España quería, y podía, tener una BBC. Pero es que no fue eso lo que se encontró. Lo que se encontró fue una hidra de mil cabezas, un reino de Taifas petado de Al-Tariqs, cada uno mandando en su predio. Se encontró, pues, una sopa de Oparin de la que no podía salir más forma de vida que la manipulación. No por casualidad, el gran muñidor de los primeros minutos de democracia había sido director general de La Casa. Y de La Casta, también.

Alfonso Guerra, durante un debate de La Clave celebrado en las últimas boqueadas de la UCD de Landelino Lavilla, cuando todo el mundo sabía que el PSOE iba a ganar las elecciones, dijo aquello de: «lo mejor que se puede hacer en Televisión Española es echar a todo el mundo y, luego, una vez echados, colocarte en la puerta e ir diciendo: tú, pasa; tú, no; tú, pasa...» Mucha gente, yo mismo que cuando lo presencié tenía 19 añitos, creyó ver en esas palabras una voluntad de refrescar la institución (aunque, la verdad, la frase llama más a pensar que lo que quería Guerra era otra cosa...) Pretendiese Arfonzo crear el Pravda en España o colocar el medio público en los raíles de la modernidad, lo cierto es que lo que dijo, no lo hizo. El PSOE tragó con el rebaño heredado del centro-derecha nocional suarista a los dos minutos de conocerlo, pues le bastaron dos minutos para entender que aquel rebaño, como todos los que han pacido en esa Casa, y en esa Casta, lo que quiere es servir. El apellido del Amo, al menos entonces, era cosa de importancia exigua. Anda que no tiene atesorados la Historia del periodismo español nombres de encendidos editorialistas del Movimiento, olímpicos hagiógrafos de la persona de Francisco Franco, Caudillo de España, Martillo de Francmasones, Terror del Comunismo Internacional, Espada de Trento, que acabaron diciendo y escribiendo cosas que hacen que Pablo Iglesias parezca un sobrino de Rouco Varela.

El no va más del criterio periodístico moderno, para muchas gentes, es Will McAvoy, el aguerrido presentador televisivo interpretado por Jeff Daniels en The Newsroom, una serie estadounidense, como todas las escritas por Aaron Sorkin, con guiones tensos, pero un tanto desconectados de la realidad (Josiah Edward Barlett, el presidente de los Estados Unidos en The West Wing, es Nobel de Economía... ¿En serio? ¿De verdad cree Sorkin que un país que vota a la familia Bush dos veces, a Carter, a Reagan, a Obama, a Clinton, va a votar algún día a un Nobel de Economía?). McAvoy es republicano, algo que sus propios compañeros de niusrum no logran entender muy bien. Pero se pasa un episodio tras otro (al menos de la primera temporada; la única que he aguantado, y eso a medias) lanzándole unos cebollazos de la hostia al Tea Party, al que considera retrógrado, vergonzante y talibán.

McAvoy es, ya lo he dicho, un personaje un poco virtual; una de esas cosas que se ven en la televisión, pero que la Naturaleza no da. Como Lobezno, el Chapulín Colorado, o la Vieja'el'Visillo. Lo traigo aquí a colación porque creo que una de las mejores formas de describir el pacto firmado entre la televisión pública y la clase política, sobre todo tras la victoria del PSOE de 1982, es afirmar que ningún McAvoy de Badajoz, o de Tarifa, o de Lugo, o de Valls, ha pisado jamás los platós de Televisión Española, o los estudios de la Radio Nacional. Si un periodista es de A, jamás criticará a A. Así de claro.

El día, que fueron varios días, en que el PSOE de González y Guerra llevó a cabo su plan maestro, se acabó la posibilidad de que la televisión pública pudiera ser, jamás, algo presentable. Eso que denomino plan maestro es un conjunto de medidas del que forman parte elementos como la ley de órganos rectores de las cajas de ahorros, la reforma del gobierno judicial, las reformas educativas que han permitido que para ser interino pueda llegar a ser más importante el carné del sindicato que saber por dónde pasa el Pisuerga, la Comisión Nacional de las Comunicaciones, la de la Energía, el Tribunal de Defensa de la Competencia, el reparto de puestos en la cúpula del Banco de España ... o el consejo de RTVE. El propio Guerra, que al fin y al cabo tiene sus puntos de sinceridad, tuvo que reconocer que en España se había asesinado a Montesquieu, porque la división de poderes pasó a ser una entelequia, por obra y gracia, como digo, de un PSOE secretamente aplaudido, en esto, por sus opositores.

En la España de los ochenta, como en el bando republicano de la guerra civil, democrático pasó a ser sinónimo de intervenido por los partidos políticos. Todo órgano de gobierno donde no hubiese los correspondientes representantes de las fuerzas políticas parlamentarias y sindicatos mayoritarios pasaba a tener la vitola de antidemocrático. El gobierno de los mejor preparados se convirtió en el gobierno de los más fieles a la Idea. Esto fue letal para muchas cosas (ahí está el merdé del sistema eléctrico, que habla por sí solo de lo que pasa cuando mandas a los ingenieros a casa y los sustituyes con maestros de escuela en comisión de servicios parlamentaria); pero para nada fue más letal que para la televisión pública.

De repente descubrimos que los periodistas tenían ideología. Y no sólo la tenían, sino que eran sus servidores. Will McAvoy podrá ser republicano; podrá, incluso, plantarse delante de una cámara e informar a sus televidentes de que piensa votar a tal o cual candidato. Pero lo que jamás aceptará es ser consejero de Voice of America en representación del Partido Republicano.  El periodista español average de medio público, sin embargo, ha dado ese paso con un notable desparpajo, y sin despeinarse.

Recapitulemos: lo que tenía que haber pasado es que, cuando los políticos descubrieron los medios públicos, se encontrasen allí a unos tipos dispuestos a aceptar pocos chantajes y proclives a defender su libertad, y la de los demás, a toda hora. De haber sido así, los periodistas habrían convertido, o aspirado a convertir, a los políticos a su Fe. Pero lo que pasó fue lo contrario. Lo que pasó es que los políticos actuaron sobre una masa dispuesta a ideologizarse, contenta y cómoda respirando sectarismo, que lo que hizo fue, simple y llanamente, colaborar con ellos. En la televisión española, y en las muchas y variadas televisiones autonómicas. Darth Vader ni siquiera tuvo que informar a Luc Skywalker de que era su padre; se encontró, a las primeras de cambio, con que Luc quería ser su hijo. En países con honda tradición democrática, un periodista que se mete en política está muerto como periodista. En España, es cuando está vivo.

Televisión española es un instrumento voluntario del poder. Es un club de corifeos y turiferarios que protestan sólo cuando la imagen que se pasea en procesión no es la que prescriben sus creencias. Y no protestan for the sake of liberty, sino para que vuelvan los suyos. El sindicato aquél que en los años ochenta llamaba a Guerra Alfonso Beria (que hay que ver las bestialidades que puede decir la gente que no lee; Alfonso Guerra es a Lavrentii Beria lo que Romerito a Messi) no lo hacía para abrir las ventanas del Pirulí y que entrase el aire: lo hacía para echar a Guerra y que viniese Aznar. Con las mismas, el Consejo de Informativos que anda ahora escocidito de nalgas porque no le ha gustado la entrevista que le ha hecho un pollo a Pablo Iglesias, tuvo el papo, hace bien pocas semanas, de exigir que una persona, Juan Ramón Rallo, no fuese contratada por la televisión pública, porque su ideología no le gustaba (argumentaron que Rallo es un ultraliberal que quiere cerrar RTVE. Lo que demuestra que tienen un concepto muy limitadito de la libertad de expresión: deberían repasar el debate de La Clave sobre el racismo, en el que José Luis Balbín tuvo los santos cojones de sentar en el estudio a un miembro del Ku Klux Klan, con su uniforme blanco, su piquito y todo).

Todo esto tendría importancia, aunque algo más relativa, si, encima, no nos estuviese costando la pasta que nos está costando. Porque cuando las gentes están a las Batuecas del Poder, es difícil que estén a lo que deben estar, que es a hacer las cosas bien. Televisión Española (léase las televisiones autonómicas aussi) es un agujero negro de antimateria democrática; un agujero negro que sus habitantes no quieren cerrar por razones obvias, y sus jefes tampoco, por razones asimismo prístinas. La vamos a tener ahí, dando por culo en nuestras cuentas corrientes, per saecula saeculorum. Los medios públicos ya forman parte del paisaje de España. La gente abre la ventana, mira la montaña, y se piensa que la montaña es gratis.


Ja.


¿Cuál es la idea final que pretendo defender con estas notas? Pues que el problema esencial, en el caso de nuestros medios de comunicación públicos; el problema esencial que tenemos también en otros ámbitos, como por ejemplo el educativo, es la gestión de lo público. Para el trabajador público español, las estructuras públicas sirven a un objetivo, que es aportarle a él un medio de vida, un determinado estatus y, en el caso de los medios, apoyo logístico-ideológico. El servidor público español rara vez tiene la sensación, o la convicción de que es él quien sirve a lo público, no lo público lo que le sirve a él.

La famosa frase de Kennedy, aquello de no te preguntes qué puede hacer tu país por ti sino qué puedes hacer tú por tu país, tenía bastante más enjundia de la que a menudo creemos. La historia de tantos y tantos activos públicos en España es la historia de multitud de personas que jamás se han hecho esa pregunta en la dirección que JFK consideraba correcta. En España, la superioridad moral de lo público, elemento axiomático que se supone como el valor del soldado, impide que exista una ética de lo público. Como lo público es bueno per se, es mejor per se, es virtuoso per se frente a lo privado, ya da igual que enganchado a la teta, o mandando, coloquemos a un ladrón, a un inútil, o a un sectario. La corrupción existe en parte por esto: amamos tanto lo público, lo tenemos por tan inmaculado, que se nos ha olvidado controlarlo; se nos ha olvidado exigir calidad, eficacia y ecuanimidad a sus servidores. Ellos, como ya he dicho arriba, tomaron prestado lo que es nuestro, lo han hecho suyo, ya no nuestro, y no piensan devolvérnoslo. No piensan devolvernos los informativos, ni las aulas universitarias, ni tantas otras cosas.

La sociedad se ha despatrimonializado; y lo cojonudo del tema son los miles y miles de sus integrantes que salen a la calle, portando camisetas de diversos colores, para celebrarlo.

20 comentarios:

  1. Bravo.

    En este país, lo que se echa de menos es la existencia de un partido liberal, de los de verdad. Y valiente, claro.

    Un saludo y gracias, de nuevo, por este magnífico blog.

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  2. Anónimo7:02 p.m.

    Excelente. La colonización del Estado, de las diversas administraciones públicas, por los partidos políticos es la enfermedad más grave que padece la sociedad española. La corrupción -el lucro ilegal y personal- no es mas que una derivada del lucro extractivo de los partidos políticos y sus clientes. El problema de los medios -públicos y privados- que moldean la opinión pública es parte del desconcierto, confusión y hastío de una sociedad irritada y atemorizada por la crisis. Ni los partidos, ni los medios, públicos y privados, están dispuestos a una reforma profunda del sistema que tantas voces reclaman. En algún momento el modelo entrará en crisis.

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  3. Anónimo7:46 p.m.

    Decir que la televisión actual es un tanto maloliente es un aserto fácil. Hasta los que comen esa comida podrían estar de acuerdo... en algún momento de lucidez que pudieran tener.
    Vale... aceptamos barco como fauna acuática...

    Pero para defender, como defiendes, que la televisión es maloliente por pública y más que nada por pública...
    se necesita que la tele privada liberal sea... mejor
    Y por ningún lado viéndola, mirándola y volviéndola a mirar lo veo.
    No, no lo compro, es sumamente difícil de creer lo que nos cuentas.

    Y todo esto viene seguramente porque sea yo de los numantinos escasos, uno entre cien, que solo miramos ya La 2, y grabada, no te creas, aun cuando tengamos que ver otras por eso de la compañía y aguantándonos mucho las ganas de correr. Me jo mucho que tuviese que tragar quina y acabar mi vida teniendo de menú único y eterno pederastas hervidos para desayunar, tsunamis y degollinas para comer, vísceras asadas para merendar y futbolerismo frito para cenar. Demasiado para mi pobre corazón.

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    1. si aceptamos que tele pública y privada son distintas, no parece muy lógico sustentar la bondad de una en la maldad de la otra. Si
      Son distintas, son distintas.

      Y, si son iguales, ¿para qué tenemos una tele pública deficitaria?

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    2. Anónimo11:35 p.m.

      No te acabo de entender bien los silogismos, pero creo que pueden tener como todo nudo gordiano una obvia solución...
      si me preguntas que si son iguales que por qué una televisión pública aun deficitaria...
      pues fácil, porque... es mejor, al menos de momento...
      y en la educación del pueblo no es para nada buen negocio ser cicatero...

      Y sí, la BBC es el modelo de lo que yo quiero... en documentales por ejemplo es que no hay color.... la rigurosidad, el talento de la BBC es que lo comparas con ¿quién? ¿con National Geographic? ¿con History Hard Discount Novels? y es que es comparar Rojo y Negro con la vida del padre Apeles contada en sálvame el tomate...
      el estilo, la narrativa, la elegancia, el tono, el talento... es como comparar Florencia con Las Vegas.

      A los románticos, dado que Xanadu es privado y nos está vedado, al menos siempre nos quedará París.

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    3. Para mí, el tema no está en el terreno de qué es mejor y qué es peor. Está en el terreno de si es distinto. Si aporta algo que no aportan otros productos (ese algo, en mi opinión, y en una televisión pública, es eso que suele llamar servicio público, del que una televisión comercial, obviamente, pasa porque los negocios con cuentas de resultado no son ONGs).

      Situar el tema en el asunto de la calidad (A es mejor que B) es situarlo, consciente o inconscientemente, en un terreno etéreo, porque el concepto de mejor o peor es totalmente subjetivo. La pregunta es si una televisión pública aporta algo que la comercial no quiere o no puede aportar. Si es que sí, entonces el debate sobre su existencia no tiene nada que ver con lo buena o mala que sea la televisión comercial, puesto que se están comparando churras y merinas. Si es que no, si ambas son churras, queda la pregunta de para qué gastar en hacer algo que ya hacen otros sin coste para nadie que no sea su accionista.

      Por lo demás, entiendo que te puedan gustar mucho los documentales, pero el debate sobre el modelo BBC nunca se ha situado en el terreno de la vida sexual de los suricatas o la existencia cotidiana de los maoríes albinos. El modelo BBC se pone a prueba, y en su momento aprobó con nota (hoy ya no lo tengo tan claro) en situaciones como la guerra de las Malvinas, durante la cual, para disgusto de Maggie Thatcher, mantuvo una encomiable distancia (arm's length, lo llaman allí) con su propio gobierno; informando, por ejemplo, del temita del Belgrano no precisamente en términos alabatorios para quien le pagaba las nóminas.

      Si TVE esconde el hecho, por otra parte evidente, de que una televisión pública a la que cuando un ministro llama diciendo que quiere salir, sale, a base de emitir unos documentales de puta madre, no digo yo que sea mala táctica. Pero yo, desde luego, no la compro.

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    4. Anónimo9:38 a.m.

      Tú tiras al tema del periodismo militante o no, y yo a la calidad del producto. Así es. Así es.
      Yo digo... de momento, la calidad del producto en general es regular tirando a mala con excepciones en la pública española y... lamentable en la privada. Reafirmo lo de lamentable.
      Y sí, está claro, en esto, como en tantas cosas, no hay buenómetro y malómetro, solo el tiempo, pero eso es a burro muerto. Pero aun así.

      Y sin embargo me dices que, sin mirar la calidad, solo la intención, la intención de la pública es mala, que es para confundir, manipular diría yo. Bien... no tengo duda de ello. Pero espero que tú no dudes de que la privada también, no creo que se te escape a quienes sirven o servían Pedro J, Marhuenda, Losantos o Escolar.

      Entiendo que en resumen tu planteamiento es el siguiente... para que me manipule alguien, que me manipule gratis, no pago,
      vale...
      y para ver documentales, teatro, pintura, deportes no futboleros, todo lo minoritario en suma, lo que en tiempos se llamaba cultura, educación creo que también se llamó, aunque el concepto educación, entre todos lo vamos arrumbando, para eso no pago, porque... sí, efectivamente, no hay malómetro como bien dices, no hay forma de medir con una máquina si es más digno de ello el Avaro de Moliere o las andanzas de Kiko Rivera en el telecirco...

      Vuelvo a repetir que no compro eso, Juan, porque para mi sí hay malómetro y el criterio de lo malo lo sigo teniendo y la privada hoy en España da una imagen lamentable. Prefiero que haya parte de la gente, del Pueblo, sí, que siga teniendo opción de ver algo más decente y gratis, que se eduque viendo cosas que ve él solo y cien más, o dos millones más, un (pongámonos románticos) Estudio 1 de aquellos que echen por ejemplo... ¿qué? ¿el Enemigo del Pueblo?

      Yo quiero eso... una BBC a la española, y sin debates de periodistas, ni tertulianos, solo de gran, pequeña y mediana cultura de por aquí.... eso hoy lo dan de alguna forma algunos programas mañaneros de La 2 y.... ya. Y fuera el inmenso desierto de la telebasura...

      Por acabar te diré... espero que sí, que estemos de acuerdo en que es la BBC lo que queremos, tú y yo, los dos... pero te tengo que recordar, Juan, para que centremos el tema, que la British Broadcasting Corporation es un ente PUBLICO, no privado, que por dar un par de notas de color y por centrar,

      que las aportaciones a la BBC son de 3.900 millones de libras año (2012/13), unos casi 5.000 millones euros año, (RTVE anda por los 281,4 millones de los presupuestos 2015)

      y que se financia con una cuota que pagan los propietarios de teles en UK de 145 libras al año, unos casi 200 euros por año, y que el impago está castigado penalmente como delito fiscal. (Ponlo tú eso en España, que ya verás qué risa)

      Así que sí acusamos a lo de aquí de público... pues en la liberal UK de la Gran Bretaña, ahí sí que tienes el ejemplo de lo público, pero esta vez muy al por mayor.

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    5. Casi lo tienes. Mi posición, digo. No se trata exactamente de «para manipular, que me manipulen gratis». Se trata de que quien quiera manipular arriesgue sus recursos (y los pierda si su manipulación no mola). La Fox hizo una minicampaña el año pasado por estos tiempos tratando de convencer a los niños de que Santa Claus no es negro. Miel sobre hojuelas, es su pasta.

      Pero la cuestión es que cuando un medio público se apunta a la manipulación, el pecado es doble. Porque son televisiones distintas. Urdaci no es Marhuenda. Allá el señor gordo de Planeta con las razones que tenga para mantener a Marhuenda; es su pasta, él sabrá. Pero el mantenimiento de un Urdaci con dinero público es intolerable. Y resulta que en sesenta y picos años de historia de la tele pública, SIEMPRE ha habido un Urdaci.

      Incluso el argumento de que debe existir una radiotelevisión pública para lo minoritario me chirría. Yo soy melómano pero, sin embargo, Radio Clásica me parece un derroche infumable. ¿Por qué le damos lo que quieren a los melómanos y no, un suponer, a los aficionados al folklore maorí? ¿Por qué darle espacios a la música indie y no a los mesteres de juglaría castellanos, o a los compositores de aurreskus? ¿Por qué dedicar un canal a los deportes y no al ballet? ¿Por qué comprar los derechos de un evento deportivo en lugar de dar clases de matemáticas, o de chino, o de encaje de bolillos?

      El terreno del respeto a lo minoritario es muy resbaloso. Y subjetivo, again.

      BBC, por último, es una institución pública. Pero es una institución arm's length, como tal definida en la normativa. Ahí está la diferencia. Y su método de financiación, a mí, me parece cojonudo. Si tanto te interesa tener un medio que te hable de «la gran, pequeña y mediana cultura de por aquí», págalo. Así yo, si no lo quiero, podré no pagarlo.

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    6. Anónimo5:55 p.m.

      Está bien lo que dices arriba, lo entiendo, lo respeto, pero por ir terminando, que si no esto será eterno y entraremos de lleno en debates ya de modelo y de las corrientes tan cambiantes y traicioneras en el mar de nuestro tiempo... y eso es casi de tomos de enciclopedia y no de posts...
      a ver si estamos de acuerdo en cosas... espero que sí en varias...

      no estamos ninguno de acuerdo en que se use el dinero público para manejar medios de información... ni privados ni públicos... pero para nada de acuerdo...
      no estamos de acuerdo, al menos yo, en que el hecho de que un dinero sea privado ya nos de licencia para matar y para levantar imperios amarillos como aquellos del Ciudadano Kane o de su compadre el mamachicho italiano; que se haga sí, vale aceptamos ahí el barco, pero que se critique acerbamente como yo lo hago y no se disculpe con la displicencia del no importa, solo es su dinero, también...
      que la BBC es un ejemplo de calidad, aun cuando la calidad no sea medible y siempre pueda alegarse que un parloteo de Kiko Rivera sea mejor por más apetecido que un documental sobre la desaparición de la cultura maya
      que debe tenderse a ella, a la calidad... en el sistema educativo, en los media y en la alimentación infantil, no dejarse caer de cabeza al es lo que el público quiere, es lo que el niño quiere...porque eso es garantía de enfermedades futuras de ya muy mal pronóstico, y lo mismo que se dice con naturalidad... no le de a su hijo de comer solo chuches, que lo va matar, decir también, con idéntica naturalidad, por los bares y peluquerías, no vea usted solo telebasura, que se va a volver bobo...
      que la BBC es una tele pública y no un canal de pago de los de lo pago porque me da la gana y es mi dinero, no... es pública y además cara, mucho más cara y mas coercitiva en el pago que la nuestra...

      Y por último, y ahí ya no sé si estaremos tan de acuerdo es que el modelo BBC es el modelo que yo querría para nosotros, con su titularidad pública, su independencia del Gobierno, y con su pago anual de 200 napos y su todo incluido, y con Sky TV y todos los canales privados que quepan, también ...

      Espero que estemos de acuerdo... y si no... pues también vale, que al final como decía aquel viva la diferencia, que la raza es natural, que un negro con una negra es como noche sin luna y un blanco con una blanca es como leche y espuma...

      Un saludo,

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  4. A los corifeos y turiferarios se les otorga aqui,el titulo de:PERIODISMO MILITANTE(Si,si,le juro que es cierto) y se lo defiende desde el Gobierno como valido y ejemplo a imitar.
    La TV Publica(antes ATC canal 7) es,francamente,de vomito.Siempre ha habido periodismo afin al gobierno de turno,pero lo que ocurre actualmente es para infartarse de vergüenza ajena.
    Si cree que exagero,le ruego vea en Youtube alguna perlita de los Campeones de la Alcahueteria,el programa denominado 678.

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  5. Heraclio Falcata9:34 p.m.

    Me parece que algunos idealizan a la BBC.

    La verdad es que la BBC es un órgano de propaganda muy perfeccionado que no necesita de directrices gubernamentales para hacer su trabajo. Su ortodoxia ideológica y la narrativa que de ella se deriva es independiente de quien gobierne. Su corrupción es más sofisticada: no tiene que ver con sindicalistas en camiseta, cargos gubernamentales o comisarios de partido, sino con consensos ideológicos al servicio de una élite globalista constituida en alta jerarquía de la nueva religión oficial del Estado: el multiculturalismo, con su compañero inseparable, el feminismo de género.

    Y en la "liberal" UK, como la llaman algunos, te pueden meter en la cárcel por delitos de opinión (y de hecho, lo hacen). La policía puede presentarse en tu casa para arrestarte por hacer una broma en Twitter sobre Nelson Mandela, o te pueden arrestar en la calle y meterte en un furgón policial por leer en público un discurso de Churchill sobre el Islam (y de hecho, lo hacen).

    Olvídense de RTVE, Antena 3, TV3, BBC y telepollas. No vean la televisión y recomienden lo mismo a sus amigos y familiares. Con respecto a los periódicos, pueden usarlos para cubrir el suelo mientras pintan la casa.

    Juan: es significativo que hagas notar lo de Balbín invitando a Bill Wilkinson, un líder el Klan, a su programa, como si hubiera invitado al mismísimo diablo. Lo llamativo para mí es justo lo que pasa inadvertido para otros: que invitó a Santiago Carrillo (quien, por cierto, tuvo un sonado rifirrafe con B. Henri-Levy) Que yo sepa, Wilkinson no era un asesino de masas; de hecho, era confidente del FBI. En cambio, invitar a Carrillo fue casi como invitar a Kaganovich. Esto no significa que no esté a favor de la libertad de expresión; al contrario, estoy a favor de la libertad de expresión de TODOS los puntos de vista, incluso aquellos que nos parecen inmorales. Lo que quiero decir es que el consenso nos suele dar una percepción sesgada de lo que es, digamos, heterodoxo.

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  6. "La pregunta es si una televisión pública aporta algo que la comercial no quiere o no puede aportar."

    Solo tienes que comparar cualquier programa de la BBC con cualquier Top Ten de una televisión de Rupert Murdoch (hablo con propiedad, he visto bastante porque estuve en Inglaterra por trabajo) lo que aporta (o deberia y puede) puede ser calidad y ética, conceptos que te pueden parec er etereos, pero que saltan a los ojos ......

    Y si, TV3 es la BBC de España, mal que les dfuela a muchos y pese a su falta en muchas ocasiones de imparcialidad; pero siempre estan invitadas las contrapàrtes; otra cosa es que nunca acuden porque no les interesa que se les vea demasiado el plumero .......

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    1. ¿Águila Roja aporta calidad y ética? ¿You serious?

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  7. Anónimo9:14 a.m.

    Bueno, el reflotar la quebrada y pésimamente gestionada banca privada española, nos ha costado a todos los pringaos que pagamos impuestos casi 200.000 millones de euros entre unas ayuditas y otras, de 1975 hasta hoy. Si la panacea de la gestión privada es el de la Banca española que sin ayuda pública no aguanta un quinquenio, lo llevamos claro. Pero como son los que mandan en todo y por encima de todos, politiquillos a su servicio, sindicatos vendidos, empresas pequeñas pendientes de crédito, grandes medios de comunicación de su propiedad, etc,etc. El régimen totalitario que imaginó Orwell en 1984, es el actual dónde la banca privada todo lo controla.

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    1. Define «privada». Más en concreto: Cajamadrid, Caja Castilla-La Mancha, Caixa de Catalunya y Caja de Ahorros del Mediterráneo... ¿son, según tú, la «quebrada y pésimamente gestionada banca privada española»?

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  8. Anónimo11:47 a.m.

    " La mejor banca pública significa intervención del Estado subsidiaria para
    desarrollar líneas de crédito que, por diversas razones, el mercado no
    atiende. Esto ha ocurrido en España desde 1872, momento de la creación
    del Banco Hipotecario, hasta nuestros días, cuando el Instituto de Crédito
    Oficial (ICO) está intentando canalizar recursos hacia las pymes que éstas
    no obtienen del sistema financiero privado.
    • Entre 1919 y 1929 surgieron la CCCMP, el BCI, el SNCA, el BCL y el BEX. El
    "primer franquismo" añadió el ICRN y potenció la Caja Postal como "Caja
    de Ahorros del Estado". A pesar de algunas inconsistencias, el
    protagonismo de todas estas instituciones en las políticas industriales
    activas fue tal que, a finales del decenio de 1960, proporcionaban tanto
    crédito como la banca privada.
    • La crisis de la banca pública española se inició en el tardofranquismo. En la etapa democrática,
    conservadores y socialistas estuvieron de acuerdo en su privatización, al
    entender que el sistema financiero privado era capaz de atender toda la
    demanda de crédito de la sociedad española. En cualquier caso, se
    mantuvo un ICO residual para intervenir en casos excepcionales."

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    1. 2 cosas:

      Cosa 1: mi pregunta sigue sin respuesta. Tú (eso, claro, si eres el mismo anónimo de antes) has dicho que nos ha costado 200.000 kilos reflotar «la quebrada y pésimamente gestionada banca privada española»;y yo te he preguntado cuál es esa banca privada. Sigo sin respuesta.

      Cosa 2: sobre lo que pones en tu segundo (o primer) comentario, creo que si repasas un poco la Historia, cositas que se llamaron Matesa o Sociedad de Gestión de Buques y tal, tal vez acabarás averiguando que aquella fantástica banca pública resultó ser un poco corruptita. Como las cajas ahora, vaya.

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  9. Anónimo2:07 p.m.

    "...produce cierta hilaridad que se haya considerado a las Cajas de Ahorro un modelo de banca pública como el que se ha descrito o sobre el que hay mucha literatura escrita. Estas entidades tenían exactamente la misma función objetivo que la banca privada, las mismas condiciones de financiación y competían en captar a los mismos clientes, fundamentalmente la financiación de compra de vivienda, despreciando la financiación de sectores que no podían captar financiación por parte del sector privado. Competían con las entidades supuestamente privadas en la captación de financiación mayorista e invertían en activos tóxicos, especulativos y atesoraban una morosidad, fruto de su mala selección crediticia. A esto hay que añadir que estaban gestionadas por verdaderos ineptos, salvo excepciones muy honrosas, que en nada respondían a lo que debía ser un gestor público. Carecían de formación y experiencia en la gestión y su única misión era expoliar las entidades y financiar proyectos inútiles, beneficiando a grupos de constructores o financiaban sus propias instituciones, como partidos políticos, sindicatos u organizaciones empresariales.

    La historia de las Cajas de Ahorro, salvo excepciones, ha sido un modelo de rapiña y apropiación de rentas

    En esencia la banca privada se financia en los mercados financieros y tiene que crear valor para el accionista privado a corto plazo, mientras que la banca pública podría ayudar a reducir la carga impositiva porque sus beneficios son reinvertidos en la colectividad. Así, las obras públicas financiadas por la banca pública pueden ver reducidos sus costes, porque no existe carga de intereses, lo que reduciría el coste final en casi un 50%. Un ejemplo de banca pública real se puede encontrar en Dakota del Norte. La banca pública surge en 1919 y este Estado es el único con superávit público, desempleo bajo, mejor rating que el resto y se especializa en financiar proyectos de muchos tipos que benefician a la colectividad, especialmente el educativo."

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    1. La clave es la palabra «podría». Es un tiempo condicional. Dakota del Norte será un modelo. Pero en el modelo español, la banca pública, ni en el presente de indicativo, ni el pretérito indefinido, ha servido para eso.

      Y quienes soñáis con entidades de crédito gestionadas por «auténticos gestores públicos» deberíais elaborar un poquito más sobre cómo, exactamente, pensáis hacerlo. Porque, qué quieres que te diga, decirle a un tío que tiene que hacer economía social, con doscientos mil controles de partidos políticos, asociaciones de vecinos, asambleas ciudadanas y toda la pesca, y cobrando la mitad de la mitad de lo que la calle paga por sus capacidades, me parece que vuestro hermoso «auténtico gestor público» os iba a salir un poquito rana.

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  10. Anónimo12:23 p.m.

    El nivel de cualificación de los técnicos de la administración pública es alto y están bloqueados por personas como Carromero. Hay legiones de carromeros bloqueando el trabajo de los técnicos públicos.

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