jueves, febrero 27, 2014

Libia (6)

A pesar de esta retórica revolucionaria bottom-up, Muamar el-Gadafi se tomó su tiempo para partir peras con los Estados Unidos. Washington colaboró en este sentimiento, pues consideraba que todavía era posible que Libia permaneciese fuera de la órbita de la URSS, que era lo único que, al fin y a la postre, le interesaba.

Como consecuencia, Estados Unidos no le puso peros a la que se convirtió pronto en la principal idea expresada y defendida por Gadafi: la unión árabe. El mandatario libio compartía con su maestro y ejemplo, el egipcio Nasser, el sueño de una unión de países árabes que crease una nación con capacidad de influencia en el mundo. Creía, además, que la enorme fuerza de su petróleo era un interesante activo a añadir a aquel experimento. Y no se puede decir que no creyese lo que decía, porque en apenas dos décadas acabaría por impulsar la friolera de siete uniones diferentes: En 1969, impulsó el que se conoció como el Charter de Tripoli, esto es la unión de Libia, Egipto y Sudán; en 1971, Tratado de Bengasi, creó la unión con Egipto y Siria; en 1972 se fusionó con Egipto, en 1973, en virtud de los acuerdos de Hassi Messaoud, con Argelia; en 1974, Tratado de Djerba, con Túnez; con Chad en 1981; y, finalmente, en 1984, firmando el Tratado de Oujda, con Marruecos.

lunes, febrero 24, 2014

Libia (5)

Meter pasta en un país atrasado que, además, no tiene demasiadas ganas de superar las formas de dicho atraso, es plantar el germen de un enfrentamiento. Libia no es una excepción. Conforme los pozos de petróleo comenzaron a bombear crudo hacia el exterior y dinero hacia el interior, las inversiones realizadas acabaron por permitir la creación de una joven clase tecnocrática, de corte moderno, alejada de los pies forzados tribales que gobernaban el país.