jueves, abril 16, 2015

Juego de ignorantes

Entendámonos: a mí, el gesto de un líder político, que además va de radikal alternativo y bla, de regalarle al rey de su país, obvio epítome de lo tradicional y de toda la vida, la serie de televisión que le gusta, no me parece ni bien, ni mal. A lo largo del tiempo se han regalado cosas peores, por lo inútiles.

Lo que me preocupa del famoso gesto de Pablo Iglesias con Felipe VI es que viene precedido de diversas tomas de posición por parte del regalando, comentarios en tertulias, entrevistas y mitines, en el sentido de ensalzar esta serie creo que de la HBO, elevándola a la condición de fuente del Derecho en política. Algo de lo que hay que aprender. Eso sí que ya me preocupa más.


Durante muchos, muchos años, poseí entre mis cosas una cinta de casete, que acabó perdiendo los tonos y hasta el sonido a base de escucharla, que un amigo de la universidad me grabó en mi primer año de estudios superiores. La cinta recogía el sonoro de un disco en el que Julio Cortázar leía algunos de sus textos literarios, realizando algunos comentarios personales antes y después de ello. Traigo a colación mis tardes de otoño escuchando a Cortázar leer la carta de La Maga a su bebé Rocamadour porque, creo recordar que precisamente antes de leer esa pieza, el escritor argentino se quejaba de que el ser humano estuviese abandonando el género epistolar. Supongo que el disco fue grabado en algún momento en los años setenta del siglo pasado, y entonces ya Cortázar había detectado la inexorable tendencia de los humanos a dejar de escribir cartas.

Ese punto, situado hace casi medio siglo, es posiblemente la primera hormiga exploradora que anunciaba la llegada de la marabunta de insectos voraces que nos invade ahora, y que consiste en la tendencia a perder los referentes escritos. El hombre, en este sentido, empezó por dejar de expresarse por escrito, empezó dejando de escribir cartas. En una consecuencia lógica, pasó, a continuación, a dejar de leerlas. Tercer paso, asumió que la sabiduría que necesitaba no la encontraría en las cosas escritas, sino en otras formulaciones del saber más ligeras. Por ejemplo: una serie de televisión. Según creo haber leído, Felipe VI rechazó amablemente el regalo de Pablo Iglesias, aduciendo que no tiene deuvedé. La respuesta puede tener bastante más intención de la que parece.

Me llama la atención que una persona que aspira a ser el gobernante de un país considere que la mejor pieza de sabiduría que puede regalar sea una serie de televisión. Y me llama mucho más la atención si esta serie es, además, Game of Thrones.

Vaya por delante una información introductoria: a mí la serie me gusta, o más concretamente debería decir que me entretiene. Pero sólo he visto dos temporadas, porque no tengo ningún canal de pago, donde creo que se exhiben sus últimas novedades; y, al tiempo, jamás me bajo nada de la red por la jeró. Todas las series que veo, las compro. Creo que, en un mundo moral que obviamente no existe, toda la oferta gratuita que por lo visto se puede encontrar en la red debería ser aprovechada únicamente por quienes no pueden pagar la oficial. No tengo nada que decir ante un adolescente con un presupuesto semanal de 15 euros que se baja una película que, de otra manera, no visionaría; lo que no entiendo es al padre de familia que gana 70.000 euros al mes y se baja la serie que le gusta de la red porque, por lo visto, no puede pagar los 7 euros al mes que cuesta suscribirse en alguna plataforma de series. El problema es que estamos en España: el adolescente pobre acaba prosperando con los años, pero como en su primera etapa aprendió a consumir por la patilla, es éste un entorno moral que ya no abandonará jamás. El ser hispano es mucho más hábil recomendando que aplicando.

Me estoy desviando. Juego de tronos me mola lo suficiente como para haber visto dos temporadas y tener la idea de, some day, ir adquiriendo la tercera y siguientes. Pero, por ejemplo, cuando hago este comentario en la vida, digamos, presencial, y mi interlocutor sonríe chulesco, me informa de que ha visto más temporadas que yo y entonces (esto es algo indefectible, pavloviano: ocurrre siempre) me amenaza veladamente con informarme de quién muere en la siguiente temporada, yo le contesto que me lo diga sin problemas. Que, en realidad, a mí me intriga bastante más la resolución de la crisis financiera griega que quién muera, viva, folle o sea follado en una puta serie. Yo, ese mito de permanecer virginal sin conocer la suerte de los personajes, como digo, lo reservo para cosas verdaderamente interesantes. Juego de Tronos no me lo parece. Tal vez este párrafo sirva para situarme en la escala fanboy de la serie.

Lo que me sorprende de todo es que Pablo Iglesias, o cualquiera, pueda entender que ver Juego de Tronos puede ser un elemento, digamos cultural, de referencia para un rey. La intención, a mi modo de ver, revela que quien hace el regalo sabrá mucho de una serie de televisión de la HBO, pero no sabe nada de Historia. Yo sé que hay mucha gente que está convencida de que Juego de Tronos está repleta de claves y recovecos argumentales de gran originalidad, pero la verdad, cuando menos para mí, es que su virtud no es la originalidad, sino precisamente lo contrario. Su virtud es que es un relato temporal mucho más apegado a la realidad que otros muchos.

No pretendo innovar en los juicios sobre esta serie, que sé bien ha regado ríos de tinta en el mundo entero; ríos que, por supuesto, no he leído sino en el caso de algún leve chapoteo. Pero lo que tengo claro es que su atractivo, para mí, está en ser bastante más respetuosa que otras muchas con la forma real en que se han movido las relaciones de poder entre los hombres en los últimos 1.500 años. Juego de Tronos, en este sentido, se aprovecha de una frustrante tendencia que tienen siempre las elaboraciones ficcionales históricas, de la que ya he escrito varias veces, a hacerlas pasar por el tamiz de la modernidad. Se aprovecha porque la elimina (en parte, ojo: en parte. En realidad, mucho menos de lo que parece, o se dice), generando en el espectador, acostumbrado a tragar versiones edulcoradas de la pelea por el poder en sociedades desestructuradas como tales, la sensación, en buena parte falsa, de que está ante algo nuevo. Y es, ya digo, una sensación falsa, porque lo que cuenta Juego de Tronos lleva muchísimo tiempo contado en los libros de Historia.

Ni sé, ni me importa mucho saber, cuál es el referente básico argumental de Juego de Tronos, aunque ya supongo que será algo sobre lo que se habrá teorizado mucho. A mí me suena mucho a la guerra de las Rosas, aunque la confluencia de tantos candidatos a obtener el poder de la nación teórica donde transcurren los hechos, con sus diferentes niveles de legitimidad, también llama bastante a otros referentes, como puedan ser las viejas conflagraciones mundiales (yo apostaría la guerra de los cien años) o la difícil formación de las naciones imperfectas, de las que hay, sólo en Europa, una lista bastante larga (Alemania, Italia, Polonia, Hungría, los bálticos....). Solamente en estos ejemplos encontraremos ya buena parte de las tensiones y líneas evolutivas que se describen en la serie. Si ya jugamos la Champions League de los referentes medievales, poniendo en juego a sus dos principales actores, esto es Francia y España, encontraremos que resultará muy difícil que una elaboración argumental nos sorprenda.

Da la impresión, por las cosas que leo, de que Pablo Iglesias es un líder fascinado por esta serie que, consiguientemente, la juzga como un elemento de conocimiento interesante a la hora de estudiar las relaciones de poder. Y también tengo la impresión, tras pasearme por las redes sociales, de que hay mucha gente que a esta realidad le otorga timbre de modernidad positiva; de prueba de evolución. Yo, sinceramente, lo veo como una involución. Como una demostración de ignorancia colectiva.

Si no me falla mucho la memoria, cuando el actual rey y su mujer se prometieron, ésta le regaló un libro de Mariano José de Larra. Sinceramente, entre ambos ofrecimientos no hay color. Tras haber leído a Larra, un rey haría bien en seguir leyendo la historia del siglo XIX español, donde encontrará muchas claves de las muchas cosas que una monarquía moderna puede hacer para apartarse de su pueblo; y ya, si sigue con el siglo XX, y muy especialmente con las vidas de Alfonso XIII, AKA Porqueyolovalgo, y de Juan de Borbón, Juan Veleta, el aprovechamiento sería mejor. Y si quiere aprender alguna de las lecciones que por lo visto supura Juego de Tronos, con repasarse tranquilamente el golpe de Estado, ilegal por todos sus extremos salvo uno que llamamos istmo, o sea victoria, dado por Isabel de Castilla; o las cositas que se trajeron por medio la propia Castilla y Aragón durante el conflicto entre Pedro el Cruel y Enrique de Trastámara, también le valdrá.

Como digo, lo que me preocupa de esta anécdota es que una persona que aspira, por sí mismo y en el corazón y el cerebro de mucha gente, a ser un referente alternativo, entre otras cosas, a la figura del rey operante, considere que lo mejor que tiene que ofrecer a dicho rey para hacerle reflexionar es una serie televisiva norteamericana en la que un escritor de indubitable calidad y el consiguiente equipo de guionistas descubren el Ródano de una serie de dimes, diretes, idas y venidas, violencias y traiciones que tal vez a ellos les parezcan sorprendentes y de nuevo cuño; pero que a un europeo medianamente culto en Historia no le pueden parecer fruto de la invención moderna.

Juan de Salisbury, pensador medieval en parte adelantado al Renacimiento y teórico de la licitud del tiranicidio, le recordaba a las testas coronadas: Rex illiteratus quasi asinus coronatus. Un rey iletrado es casi un asno con corona. Este principio fue un avance. Ahora, hemos dado un paso más: por lo visto, lo que tiene hacer no es leer, sino ver la tele.

27 comentarios:

  1. Anónimo3:44 p.m.

    Lo que dices en el artículo sobre el rechazo del regalo por parte del rey por no tener dvd es una noticia de un diario satírico: www.elmundotoday.es

    Cuando uno pretende ensalzar las bondades del leer, debería leer con más rigor y revisar las fuentes.

    Sin acritud.

    Un saludo.

    PD: Entiendo que no publiques el comentario, pero no estaría mal que corrigieses el artículo.

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    1. ¿Por qué no iba a publicarlo? No has dicho nada de mi madre y, por otra parte, yo he citado algo desde el fondo de mi cabeza, sin más, que es algo que no debería haber hecho.

      Y no, no corrijo esas cosas. Te has tomado la molestia de hacer el comentario para llamar la atención sobre el error. Si yo quito el error, juego con ventaja. Los errores han de quedar ahí, para escarnio de quien los ha cometido.

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    2. Anónimo3:29 p.m.

      Tu respuesta y actitud te honran, y eso para mí es un importante incentivo para seguir con asiduidad tu blog. La humildad, en su justa medida, es una gran virtud.

      Un saludo.

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  2. Anónimo4:11 p.m.

    Cuanta razón. Lo de Pablo Iglesias me dio mucha vergüenza ajena. Cada vez que he visto las adaptaciones cinematográficas de productos literarios me he llevado la sensación de que no hay color. Y eso siempre.
    Por cierto, ya que de series va el tema. En caso de haber visto The Walking Dead, ¿Que le parece? ¿Le entretiene, o algo más?
    Saludos del Kaiser.

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    1. Pues lo siento, pero no. Amigo Káiser, creo que la serie ésa va de zombies. Y a mí me cuesta creer en los zombies por una razón fundamental: porque van vestidos de calle. La inmensa mayoría de la gente entierra a sus series queridos de punta en blanco. Si los zombies existiesen y saliesen de sus tumbas, todos los hombres, sin excepción, deberían llevar corbata.

      Si te sirve de elemento valorativo, mi gusto por las series se divide en drama y comedia. En cuanto al drama, mi preferida de todos los tiempos es The Wire, seguida de I, Claudius (nos ha jodido) y Lou Grant.

      En comedia, mis tres preferidas son británicas: Faulty Towers, The Office (o sea, la de Gervais) y Red Dwarf.,

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    2. Anónimo4:41 p.m.

      Permitame que le corrija amigo Juan:
      los zombis (llamados en la serie caminantes) no salen de las tumbas. Son personas vivas que fueron infectadas (el mordisco no es lo que infecta pues todo el mundo ya lo esta) y al morir, resucitan como zombis. Los muertos se quedan en sus tumbas bien calentitos. Por otra parte, a mi nunca me ha gustado la temática zombi. Pasa que esta serie es diferente a las otras y se centra más en el drama de los personajes y su intento de supervivencia. Dele una oportunidad. Un profesor de Harvard dijo que el apocalipsis zombi es científicamente posible (si, yo tampoco me lo creo).
      No me extraña que su favorita sea The Wire. Joder, Pablo Iglesias tenia que haberle regalado The Wire al monarca.
      The Office la tengo pendiente. De comedia le recomiendo It's always sunny in philadelphia. Humor muy bestia, pero siempre con una critica a la cultura estadounidense.

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    3. De hecho, para mí si hay un serie que se debe regalar y comentar entre políticos, ésa es The Wire, no GOT. Una de las grandezas de TW reside precisamente ahí, en lo mucho que nos enseña, no sobre lo que hacen los polis, sino los jefes y los jefazos de los polis.

      Desde luego, a la hora de quintaesenciar al político moderno, no sé quién leches se tiene que ir a buscar a un Lannister o a un Stark, estando ahí Tommy Carcetti.

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    4. En cambio (por si lo vas a decir), The West Wing es una serie que el político se puede ahorrar. Está muy bien, te diviertes, yo he visto como cinco temporadas... pero tiene la irrealidad de los guiones de Sorkin. Personajes demasiado perfectos. ¿Un Nobel de Economía, creyente a machamartillo pero al mismo tiempo más liberal que un laico, presidente de los USA? ¿En serio? ¿Y Will McAvoy? ¿Un comunicador mediático republicano dándole hostias cada noche al Tea Party y bla? Ya, sí...

      Un político de verdad es Ervin Burrell,.o William Rawls o, sobre todo, el senador Clayton Davis. "Oh, sheeeeeet..."

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    5. Anónimo6:54 p.m.

      Que grande Tommy Carcetti, ya sea de Alcalde, ya sea de consejero de la Mano del Rey jejejeje.
      Por cierto, a mi el personaje de Carcetti siempre me ha parecido premonitorio de lo que ha pasado con Obama. No se si ves el paralelismo.
      Entiendo lo que quieres decir con lo de personajes demasiado perfectos. Me aburren y no me parece real un personaje sin fisuras y con un perfil monolítico. Prefiero la complejidad en los personajes y ver sus distintas caras.
      Ultimo apunte: grandisimo Clayton Davis y su interminable: "Sheeeeeeeit"
      Saludos del Kaiser

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    6. Sí que veo por dónde vas. Y, además, estoy de acuerdo.

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    7. ¿Y qué se podría decir de Yes, Minister? Es una serie muy aplicable, sobre todo, a Pablo y los suyos para que se enteren del arte de gobernar.

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  3. CorsarioHierro5:55 p.m.

    Saludos.
    Walking Dead no son zombies que salgan de la tumba. Se levantan de donde han caído muertos. Pero al final son mero decorado de fondo. Va más de las relaciones humanas y las nuevas sociedades quasitribales post apocalípticas.

    No es exactamente igual al cómic pero su creador está implicado en la serie.

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    1. Vale, acepto que una serie de zombies puede llegar a estar bien. Pero sólo en fase de preevaluación.

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  4. Yo sólo vi una temporada, pero por lo que he leído por ahí, en la verosimilitud histórica hay muchos peros (dejando a un lado que haya dragones y tías que no se queman). Por ejemplo, se comenta que el pueblo de Westeros es extrañamente pasivo. La Edad Media también conoció sus revoluciones cuando se percibía que algún señor feudal se pasaba de rosca. Toda tu entrada, Juan, se puede resumir en que, siendo un mundo ficticio, el autor puede figurarse (o no desarrollarlo lo suficiente) una sociedad fundamentalmente diferente a cualquiera conocida, por lo que poco o nada se podría aplicar, más allá de algunos ejemplos universales.

    Además, hay cada vez más comentarios de que el señor Martin está enrollándose de mala manera y no sabe cómo acabar la historia. Tiene sus buenas obras, pero Canción de hielo y fuego no es precisamente la mejor. Dicen, insisto.

    Sobre si las series de televisión pueden o no ser un referente cultural de "primera", creo que el mayor problema que tiene este tipo de producciones es que tienden a eternizarse. Un libro o una película se ofrecen completos y por ello se ven forzados a llegar a una conclusión, buena o no tanto. Una serie de televisión puede tener unas temporadas buenas, otras malas y unas terceras que deberían ser motivo de que el guionista fuera condenado a la horca. Por poner un ejemplo, algunos episodios sueltos de South Park son verdaderas joyas para entender algunos fenómenos sociales americanos, mientras que otros son dignos de olvido. Los fans de los tebeos de superhéroes tendemos, por ejemplo, a hablar del Daredevil de Frank Miller, mientras que de otras épocas ni queremos reconocer su existencia.

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    1. Anónimo8:32 a.m.

      En lo de que las series de televisión suelen eternizarse, ciertamente es un defecto pero a su vez una virtud. A mi es que las pelis se me hacen cortas y siempre me quedo con ganas de más. Con las series esta necesidad se ve mitigada. En todo caso algunas series se degradan tanto que se transforman en algo totalmente distinto y da pena verlas.
      Saludos del Kaiser

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    2. Las narraciones-río tienen eso de bueno (se las llama así porque el principio y el final no importan demasiado). Ocurre que Juan de Juan se refería a un tipo de obra de la que pudieran extraerse unas enseñanzas consistentes. Una serie, a no ser que los capítulos estén pensados de antemano y se cumpla a rajatabla, puede transformarse en algo completamente distinto (no me meteré en si mejor o peor) y que quede todo el conjunto coherente es más difícil.

      Cuando es de acción o sencilla, suele importar menos y puede transformarse en una colección de parábolas. Por ejemplo, Los Simpson tienen episodios memorables, pero el conjunto es cualquier cosa menos coherente (¿En qué estado vive esta familia? Hay gente que se preocupa ;) ).

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  5. Pues vaya, a mí me parece un buen gesto precisamente por lo mismo por lo que a ti te parece mal: por la verosimilitud de la serie y su poder pedagógico. Otra cosa sería que le hubiera regalado Star Wars.

    Por cierto que en la tercera temporada entra la banca en juego.

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    1. Oh, yo no niego eso. Lo que pienso es que hay otras fuentes del conocimiento, igual de regalables porque tienen precio y volumen muy parecidos, en los que eso está desarrollado de una forma mucho más sistemática y completa.

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  6. Anónimo1:01 p.m.

    Al final de todo, la conclusión que yo saco es que el doctor en Ciencias Políticas y profesor de Universidad no consulta sobre su profesión nada más sesudo que una serie de TV. Que toda su cultura tiene el grosor de una capa de barniz. Que a saber, con esas mimbres, lo que enseñará en el aula.

    Y que esto ya lo sabía yo (modestia aparte) porque me trato con gente de este pelaje y hace años que ya los vi eclosionar en la Universidad.

    Eborense, strategos

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  7. Al no estar muy actualizado respecto a la actualidad politica de nuestra ex-Metropoli,no me permito opinar sobre ello.
    Creo que un regalo formal a un Jefe de Estado,Autoridad Superior o figura de Rango debe tener un valor en si y una calidad cultural.Yo siempre,siempre,regalaria una excelente edicion de una obra clasica.
    Respecto a las series (o peliculas o libros),que son "lo mas de lo mas" y se considera que quien no lo visiona no esta "in":aun teniendo la posibilidad,lo dejo pasar;se analiza mejor el producto en perspectiva.
    Le recomiendo la serie inglesa "Blackadder Goes Forth",una vision satirica de la guerra de trincheras(quiza ,un digno presente para el Principe William).

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  8. Anónimo9:57 a.m.

    Pues perdonad, pero a mi me parece más sencillo. Es un gesto para que todos hablen (hablemos) de ello.

    Mi opinión es que le ha regalado GOT porque es una serie que mucha gente ha visto y otra más ha oído hablar de ella (aunque sólo sea a través de lo anuncios y las promociones de la cadena de pago) y ello permite que a todo el mundo le suene y todos puedan opinar.

    ¿Le podría haber regalado The Wire? Si, pero ¿cuánta gente la ha visto? ¿Yo Claudio? Uf, qué antiguo (y ojo, que creo que es una serie digna de ser repuesta cada cierto tiempo). ¿House of Cards? Elitista. ¿Yes, Minister? Por favor, es una serie de humor: regalarla no sería serio (aunque quizás sería la más adecuada, por lo de la casta y Sir Humphrey).

    Y, en cualquier caso ¿qué lección se espera que saque Felipe VI de GOT? ¿Que alce un ejército y empiece a cortar cabezas? ¡Coñ..! ¡Que no hay ni un sólo demócrata en toda la serie!

    PD. Es mi primer comentario en este blog que sigo desde hace tiempo y del que he aprendido mucho. Gracias a JdJ y a todos los comentaristas.

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  9. A Pablo Iglesias y su equipo le supongo muchas cosas pero no dando puntada sin hilo, así que imagino que el gesto estaría dirigido a su público, a quien si imagino, no se porque, enganchado a la serie. En definitiva si quiere decirle algo al Rey tiene otros canales y si (como se insinua más arriba) es una recomendación para que Felipe reine de un modo más contundente todos sabemos que estas cosas se sugieren en privado (hasta que empiezas a cortar cabezas en la plaza del pueblo)
    Respecto a la serie debo confesar que soy una especie de friki que se ha leido todos los libros y no ha visto un solo capítulo de la serie. Estos me han parecido una excelente aproximación al juego del poder en una sociedad como la del siglo XIV, muy didáctica para explicar como funcionaban las cosas en la sociedad convulsa de aquellos entonces (en el libro también hay una crisis de la Iglesia, un movimiento de consolidación de la fé, el principio de enfrentamiento religioso, las tensiones entre el surgir del estado centralizado y las necesidades del clan familiar , etc.) Mi principal crítica a los libros no vienen de su mayor o menor verosimilitud histórica sino de la incorregible tendencia del autor de matar de modo trágico a todos los personajes guapos y heroicos,siempre en el fondo un poco estúpidos, por contraposición a los sabios, inteligentes e incomprendidos (por su físico) contrahechos, obesos, etc. Quiza la foto de RR Martin nos de una pista sobre las fobias del autor.

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  10. Lo que se tendria que regalar a todo el congreso, parlamentos autonomicos, etc... es Borgen.

    A simple vista parece una serie sobre politica danesa, pero desde España se ve claro que es fantasia estilo Disney. Que un politico pierde las elecciones porque pago 10.000€ con la tarjeta oficial??? Vamos, hombre! O que la primera ministra se mueve por convicciones? Jajajaja!

    Fuera bromas, muy recomendable

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  11. Anónimo10:38 a.m.

    Pablo Iglesias parecía la ostia en verso pero no es más que un vulgar friki pajillero.

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  12. Anónimo4:52 p.m.

    The Wire es una gran serie y después Breaking Bad tampoco esta mal.

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  13. Anónimo8:09 p.m.

    Intento de entendimiento de la primera intención del autor...

    " Tercer paso, asumió que la sabiduría que necesitaba no la encontraría en las cosas escritas, sino en otras formulaciones del saber más ligeras. Por ejemplo: una serie de televisión."
    "Me llama la atención que una persona que aspira a ser el gobernante de un país considere que la mejor pieza de sabiduría que puede regalar sea una serie de televisión."
    "Da la impresión... de que Pablo Iglesias es un líder fascinado por esta serie que... la juzga como un elemento de conocimiento interesante a la hora de estudiar las relaciones de poder. Y también... de que hay mucha gente que a esta realidad le otorga timbre de modernidad positiva; de prueba de evolución. Yo, sinceramente, lo veo como una involución. Como una demostración de ignorancia colectiva."

    Oido cocina, entendido, me gusta el plato y te alabo el gusto...

    Y después de la intención primera, pasamos ya seguido a la praxis y entramos a lo real...
    Cuarto de centena de comentarios hablando de... Literatura... (???)
    Se la ví, ya lo creo que sí.... lo creido ser y lo sido...
    "El ser hispano es mucho más hábil recomendando que aplicando."

    Y no se me pase... entre demasiados otros amo Rayuela y agradezco no sabes el cómo el in memoriam.

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